Comunidad y desarrollo

Semana de paz y de reflexión

Uriel Ortiz Soto
28 de marzo de 2018 - 02:50 a. m.

La Semana Mayor debe ser motivo de meditación y de reflexión, es la oportunidad para que, a dos meses de las elecciones para elegir nuevo presidente, pensemos en nuestro país, que desde hace varios años viene atravesando la peor crisis moral, política y administrativa de toda su historia.

La corrupción y el desgobierno no dan más espera, en los últimos años se han venido sucediendo actos de saqueo al erario, entidades públicas y privadas, aunque se apliquen correctivos, pareciera que fueran paños de agua tibia, es tal el descontrol en todos los órdenes de la vida nacional que es hasta vergonzoso citar cada uno de ellos, puesto que están a flor de labio hasta de los colombianos más humildes.

Acaba de concluir la campaña política que eligió nuevo Congreso y a la vez la consulta interpartidista; si bien arroja una luz de esperanza respecto a los candidatos presidenciales, el nuevo Congreso con algunas excepciones continuará siendo la peor vergüenza para nuestro país.

Por eso, ad portas de elegir nuevo mandatario de los colombianos para el período constitucional 2018-2022, debemos hacerlo con cinco dedos de frente, consultando con nuestra conciencia cuál es el que mejor interpreta las angustias de sus conciudadanos.

El nuevo presidente debe saber que el país continúa clamando por las siguientes reformas en el menor tiempo posible:  

1. Proponer una reforma política, con el fin de acabar con la jauría y algarabía electoral que descaradamente se toma el país en plenas campañas electorales; como no existen normas que regulen el buen ejercicio democrático y frenen la compraventa de votos y la trashumancia electoral, siempre será imposible meter en cintura a los criminales de la política.

No debemos olvidar que la reforma política ha sido propuesta varias veces al Congreso, pero lamentablemente los intereses politiqueros de los gamonales de turno han impedido que se convierta en ley de la República, razón por la cual al nuevo presidente le tocará hacerla, vinculándola como temario de primer orden a una asamblea nacional constituyente.

2. Convocar a una asamblea nacional constituyente, con el fin de reformar los tres poderes públicos, que para peor vergüenza se encuentran en manos de la corrupción; de no hacerse vía constituyente primario, todo el país sabe que el Congreso de la República está impedido política y moralmente para hacerla.

3. Desarrollo rural integrado: son varias las columnas que hemos escrito sobre tema tan delicado como sensible, tiene que ver muy especialmente con los pequeños y medianos productores; es tal la desatención a la población campesina menos favorecida, que miles de ellos obligatoriamente tienen que vincularse al oficio de cultivadores de ilícitos o de raspacehines, puesto que no encuentran en el Estado una respuesta a sus más angustiosos problemas.

4. Ley de principios y valores: considero que, dada la situación de corrupción en que se encuentra abocado nuestro país y los altos índices de criminalidad que se están reportando en todos los niveles de la vida nacional, con extensión a los estratos sociales y regiones, se hace fundamental tramitar por iniciativa del Gobierno una ley de principios y valores para que sea de obligatorio cumplimiento en los establecimientos públicos y privados de la vida nacional; se ha llegado a la conclusión de que el grado de corrupción debe ser tratado en forma obligatoria y colectiva, es decir, al inicio de las jornadas laborales, en  los establecimientos educativos, comerciales e industriales del país.

Al nuevo presidente le corresponderá iniciar cuanto antes una lucha frontal contra la corrupción, esperamos que así sea.

urielos@telmex.net.co

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