A mano alzada

Shinzo Abe: el nuevo Shogun

Fernando Barbosa
27 de septiembre de 2018 - 08:27 p. m.

El pasado 20 de septiembre, el primer ministro japonés Abe ganó por tercera vez las elecciones internas para reelegirse como presidente de su partido, el Partido Liberal Democrático-PLD. Como las mayorías del PLD en la Dieta soy muy sólidas, estos nuevos hechos indican que probablemente su mandato al frente del gobierno japonés se extenderá por tres años más, hasta el 2021.

Los resultados eran previsibles pues no hubo fuertes candidatos. Sumados todos los votos Abe obtuvo una cómoda ventaja sobre su rival el ministro de Defensa, Shigeru Ishiba, quien fue su contendor por segunda vez: 553 contra 254, es decir 69 % vs. 31 %. Sin embargo, una mirada sobre las dos fuentes de la votación —los miembros del PLD en la Dieta y sus fuerzas regionales—, dejan ver otra realidad. En efecto, las regionales apoyaron a Abe solo en un 55,3 % y a Ishiba en un 44,7 %. Lo que puede inferirse es que existe un desequilibrio entre las preferencias del centro y de las regiones, factor que tendrá importancia estratégica en las elecciones para la Cámara Alta del próximo año.

Al igual que en las elecciones parlamentarias de 2017, Abe volvió a ganar a pesar de una baja popularidad debida en gran parte a los escándalos en que se han visto envueltos él y su señora. Sin contendores dentro del partido y una oposición de afuera totalmente disminuida, parece invencible. Rodeado de un gran poder tiene en sus manos la responsabilidad de rescatar el entusiasmo de los japoneses para renovar su país. Además del reto de la economía, a su favor están las circunstancias que la coyuntura histórica le brinda.

El próximo mes de mayo asciende al trono un nuevo emperador y Japón entrará a una nueva era. Tradicionalmente estos cambios han sido auspiciosos y refrescantes. De la misma manera como comenzó la era de Akihito con la esperanza de pasar la página de la guerra y mantener la paz, el país estará ansioso de superar tres décadas de estancamiento económico. La imagen joven y moderna del próximo emperador Naruhito está dispuesta para apalancar un nuevo rumbo.

En el 2020 se celebrarán los Juegos Olímpicos que nos recordarán los de 1964 cuando Japón se presentó al mundo como la nueva potencia industrial de Occidente. Y lo hizo con avances impresionantes como lo fue el Shinkansen, el tren bala. La ocasión le impone al gobierno un reto enorme. Quizás veremos otra vez, una imagen renovada.

Finalmente, la reforma del artículo 9 de la Constitución que prohíbe la guerra sigue en la agenda. Abe, en lo que parece ser una obsesión no solo política sino familiar —su abuelo Kishi también fue abanderado de la enmienda desde 1952— no abandona la idea. Pero la mayoría de los japoneses no la apoya y los países de la región la ven como una amenaza. Ojalá se mantenga este estandarte de la paz y únicamente se incluyan las Fuerzas de Autodefensa en el texto constitucional.

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