Siempre que llovió...

Hernán Peláez Restrepo
18 de agosto de 2019 - 02:00 a. m.

“Siempre que llovió, paró”. Este dicho es apropiado para Independiente Santa Fe. Logró finalmente ganar, después de una sequía larga y preocupante de resultados, de flojos resultados. No alcanzó para seguir en la Copa local, pero como lo anotó su técnico Harold Rivera, debe ser el comienzo de una etapa orientada a mejorar y alejar las sombras preocupantes del futuro.

Cuando un plantel de futbolistas es tan grande, los técnicos -en este caso Juan Carlos Osorio con Nacional- se ven obligados a ofrecer oportunidades de juego a todos sus profesionales. Aunque el asunto se identificó como una rotación, significa simple y llanamente, casi por obligación, conocer en el terreno mismo quiénes deben ser los titulares, teniendo en cuenta que lesiones y suspensiones también son circunstancias obligatorias para organizar las líneas. Por supuesto que con pocos partidos, el técnico ya debe tomar decisión y espantar las especulaciones y en un mínimo ejercicio de justicia, conseguir la continuidad, tantas veces reclamada por los mismos jugadores.

Una apreciación muy personal de Julio Comesaña, el técnico del Júnior, dio pie a una sana polémica. Para él, Teo Gutiérrez es el mejor jugador de los últimos 20 años en nuestro fútbol. Quiero entender su apreciación, porque cada uno tiene su candidato a ese señalamiento. Buen jugador es aquel que juega bien y hace jugar mejor a sus compañeros. Capaz, en determinada acción, de ofrecer un pase-gol, o con movimientos de distracción ir a sitios donde no va a estar el balón, pero sí los defensas rivales, facilitando así el ingreso de un compañero a una zona más limpia y clara.

Es evidente que Teo sabe leer el partido en el momento. Descubre cuál es la debilidad del rival, quién ofrece ventajas de marca, por lentitud o simple distracción. Es allí donde un pase vertical debe ser aprovechado por un extremo o lateral de su equipo. Jugar bien no es solamente saber controlar un balón o hacer arabescos. Teo en espacios reducidos que llaman los entendidos, ejercita una jugada de toda la vida, válida y reconocida, como es una pared: pasar el balón a un compañero y que este lo devuelva superando a un adversario.

En eso muchos añoran parejas de jugadores que sabían hacerlo. Redín-Valderrama, coincidencialmente orientados por Comesaña en el Cali, o mucho antes a Jorge Hugo Fernández y Javier Tamayo en Atlético Nacional. Continúa siendo un recurso eficaz y sobre todo, elemento de sorpresa en una instancia de juego.

En síntesis, que Teo Gutiérrez sea el mejor jugador, es condensarlo en una frase: “Juega y hace jugar”.

 

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