Sigue siendo el Rey

Marcos Peckel
23 de octubre de 2019 - 03:00 a. m.

En  el mundo de Trump y Jonhson, Salvini y Orban, en el que lo políticamente correcto yace comatosos en la lona, en Canadá sigue reinando supremo.  Hasta en la mítica Escandinavia, los partidos de extrema derecha hostiles a la corrección política tradicional han registrado grandes avances electorales. 

Lo políticamente correcto, quizás el hijo nerdo de los valores liberales, es  ese escenario en que no se cuestionan  los derechos de las minorías religiosas, étnicas, sexuales  u otras, hay intocables verdades reveladas y   el comportamiento social debe seguir ciertas pautas que a veces parecen obligar al individuo a  hacer equilibrio sobre una cuerda floja. Si bien en sociedades como Estados Unidos sigue muy vigente en  la academia y los medios, en Washington ha sido aniquilado por Trump   produciéndole apreciables réditos electorales. 

Canadá reeligió en reñidas elecciones a Justin Trudeau, otorgándole un mandato de minoría. La campaña se centró casi exclusivamente  en la personalidad de  los líderes de los partidos, pues en Canadá  los temas sociales están resueltos y chuleados. El sistema de salud gratuito y universal  es ejemplar, la educación  pública desde kínder  hasta universitaria es accesible a todos y de la mejor calidad, el desempleo es mínimo, los servicios públicos impecables.  En pocas palabras, el Estado de bienestar recargado.  Ante la falta de temas de debate,  la campaña electoral explotó cuando aparecieron unas fotos de Trudeau disfrazado con la cara negra en una fiesta de Halloween cuando era universitario y un micro escándalo de corrupción, que aquí no mojaría prensa,  que casi le cuesta su elección.

Por Canadá no pasó la crisis del 2008, ni hubo indignados en las calles, ni crisis bancaria.  El siempre presente tema del separatismo  de la francesa Quebec, ha perdido fuerza por la naturaleza federal del país en que las provincias detentan suficiente  poder para adoptar sus propias  políticas en la gran mayoría de los temas.  

La esencia de la constitución canadiense es el multiculturalismo fiel reflejo de una sociedad producto de la emigración inicialmente de Europa y en las últimas décadas de los confines del tercer mundo.  La alternancia entre liberales y conservadores ha sido característica de su  sistema político con un tercer partido de izquierda que nunca ha logrado llegar al olimpo del poder.  Sin embargo, en las recientes elecciones federales surgió una nueva agrupación política -partido popular- de medio extrema derecha  que cuestionaba el multiculturalismo, las puertas abiertas a refugiados y emigrantes y  la lucha contra el cambio climático y no logró ni un solo escaño. Sin embargo, su mera  presencia  demuestra que hay corrientes subterráneas que  recienten el liberalismo extremo y la corrección política y en determinadas circunstancias podrían surgir.   

Frente a los hechos que aquejan nuestro continente: destrucción de propiedad pública como manifestación de descontento, fraudes electorales,  narcos que arrodillan al Estado, Trump, Maduros, Diosdados y otros demonios, Canadá es remilgo de paz y tranquilidad, de aburrimiento podría decirse.

 

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