Sirvió

Hernán Peláez Restrepo
31 de marzo de 2019 - 03:00 a. m.

Según como se interprete, tanto a Millonarios como a Santa Fe el empate del jueves les sirvió. Para los azules fue arrumar un punto más y poder sostenerse en el G-8, para copiar la moda de las ges. Para Santa Fe, que desconoce aún el triunfo en este torneo, fue creer en un nuevo panorama.

Tradicionalmente, y en todas la ligas y categorías, los clásicos obligan a sus protagonistas a ignorar, así sea momentáneamente, los puestos ocupados y los resultados precedentes. Eso se comprobó en la etapa inicial, en la que Santa Fe fue mejor, por la aplicación de sus jugadores a un plan de juego, que en principio exigía presión en todos los sectores, bloqueo de laterales contrarios (Banguero y Román) y sostener el ritmo de juego. Esto es tan cierto que varios de los destacados perdieron peso y presencia después. Me refiero a Perea, Arboleda y Burbano.

Entre tanto, Millonarios extrañaba a Pérez y Ovelar y no encontró una salida clara del medio hacia adelante. Pero como todo no dura tanto, al aflojar Santa Fe en la respuesta física y lucidez, Millos comenzó a ingresar por los costados y fue así como Román pudo llegar al fondo y ejecutar centro atrás para que González sellara el empate. El tanto cardenal resultó de una jugada coordinada y bien ejecutada entre Perea y Burbano, cuyo gol hacía justicia.

En el caso santafereño, no puede ocultarse el mal momento y sus siete puntos apenas. Ya se conoce el problema de los arqueros Castellanos y Zapata, aunque Solís no lo hizo mal. Se fueron zagueros centrales (López, Tesillo y Urrego), un volante de primera línea rendidor como Gordillo, y el goleador Morelo. Dicho de otra forma, los que se fueron tenían mecanizados los movimientos en defensa y ataque. Quienes vinieron a ocupar sus lugares han tenido oportunidades, sin lograr cubrir en realidad esas vacantes.

Ahí es donde empiezan a jugar el olfato de los dirigentes y las exigencias de los técnicos para sostener el andamiaje. En eso Santa Fe ha fallado y es preciso dedicar el resto del torneo a forjar un grupo con mejor respuesta en el campo. Para ello las inversiones son necesarias. Hay que meterse la mano al dril.

Millos, sometido a los imponderables, lesiones, suspensiones, etc., no consigue formalizar una zona clara de gestación de juego. Marrugo, Silva y Montoya obligan al técnico Pinto a escoger la dupla generadora. En la primera línea, con Duque a la cabeza, el asunto parece resuelto. El problema es ubicar dos eficaces creadores de juego.

Por eso digo que el empate sirvió. A Santa Fe como paliativo y a Millos para ir de a poco consiguiendo el objetivo de estar presente en las finales. Juego en el que ambos coincidieron en la imprecisión de pases. Una cosa es entregar la pelota al compañero y otra tirársela y
encartarlo.

 

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