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S.O.S. de connacionales

Alberto López de Mesa
19 de junio de 2020 - 03:07 a. m.

Desde que en diciembre apareció en Wuhan, el Covid-19 ha sido un agente viajero veloz, en cien días ya era una enfermedad global; por lo mismo, cuando la OMS declaró la pandemia la reacción preventiva de casi todos los países fue el cierre de terminales aéreas, puertos marítimos y pasos fronterizos. La intempestiva encerrona internacional cogió viajeros connacionales en todo el mundo, en el hemisferio norte los que cumplen diligencias de negocios aprovechando que el invierno es temporada baja, en el Caribe y en el hemisferio sur es temporada de alto flujo turísticos, a la vez de eventos y ferias internacionales. Se supone que quienes pueden viajar al extranjero tienen el dinero para ello, lo cual es relativamente cierto, pero el viajero tasa su plata, y, en este caso las alertas pandémicas, el miedo al contagio, devino en caos y lo que todos procuraban era retornar a su país.

En febrero la cancillería colombiana realizó un operativo mediático para repatriar 15 connacionales que vivían en Wuhan, lo cual alentó falsas esperanzas entre muchos que se encontraban enteros países imposibilitados para retornar. Los consulados se atiborraron de solicitudes, las ofertas ahora eran de vuelos prioritarios, ya no humanitarios, porque las aerolíneas en crisis, empezaron a especular con el precio de los pasajes. En las redes sociales vi mensajes desesperados de compatriotas amigos, solicitando ayudas para el retorno de ellos o de sus parientes.

Verbigracia, mi amigo, el antropólogo Manolo Pardo, angustiado por que su esposa quedó varada en Nueva Zelanda, donde visitaba a su hermano, escribió:

" Aunque habían comprado su tiquete de regreso, las compañías aéreas se niegan a cumplir su compromiso aduciendo quiebra. Se hace evidente la pérfida ética de las grandes compañías que en las vacas gordas se lucraron infinitamente y ahora omiten sus compromisos y dejan a los usuarios abandonados a su suerte. Entre tanto, nuestro gobierno, siguiendo los lineamientos internacionales, anuncia dizque “vuelos humanitarios” para repatriar connacionales. Pero, ¿Qué tan humanitarios son? En primer lugar, los debe pagar el pasajero; en segundo lugar, pude costarle hasta 10 veces más que el pasaje corriente. (Mi mujer, por un tiquete de millón quinientos va a terminar pagando $15. 000.000) En tercer lugar, se puede demorar el triple de tiempo, pues son vuelos “lecheros”, cuyas rutas se diseñan para ir recogiendo pasajeros en las escalas del itinerario, Por ejemplo, un vuelo desde Nueva Zelanda a Bogotá que, por Santiago de Chile, dura 17 horas, demoró, en vuelo humanitario, por la inverosímil ruta Auckland (Nueva Zelanda) – Sídney (Australia) -Doha (Qatar) Sao Pablo (Brasil) – Bogotá, 68 horas.

Lo peor es que los tales vuelos humanitarios programados, algunos no se realizan o lo hacen parcialmente, como el que estaba programado para salir de Auckland el 14 de junio, con llegada a Bogotá el 16 de este mes. Muchos compatriotas varados hace tres meses, arruinados por gastar en dólares y sin recibir ingresos, se alegraron tanto con la idea de volver a Colombia que obtuvieron onerosos préstamos bancarios para pagar el vuelo, cuyo costo ni siquiera había sido informado por la aerolínea cuatro días antes de partir el avión. Sin embrago, cuando todo parecía haberse concretado y los esperanzados pasajeros tenían listas las maletas, les cayó un balde de agua fría: pese a los tantos trámites burocráticos, las autoridades consulares habían olvidado gestionar la reserva de los tiquetes.

¿Cómo puede un ciudadano común exigirle a la canciller Claudia Blum que obligue a resarcir el error cometido y consiga, como es su obligación, la repatriación de nuestros compatriotas?

El titiritero Camilo Cuervo refiere: “Estaba en gira artística representando a mi país, Colombia, En esas declararon la cuarentena en Buenos Aires. Se suspendieron los festivales, me cancelaron funciones. Por fortuna tuve la solidaridad de una colega titiritera, gracias a ella tengo hospedaje y comida. Quisiera volver a Colombia ya mismo, pero el costo de los vuelos humanitarios es tan desbordado que me es imposible acceder a un pasaje de esos. Intento esa extraña acción de reinventarse, pero las redes sociales revientan con tanto reinventado y casi no hay chance para vender lo que hacemos en breves videos artísticos.”

También hay casos afortunados. Judith Bayona, de paseo en Cancún declara: “Tengo que decir que el apoyo que recibí del consulado fue excelente. Me costaron dos días de estadía en hotel y alimentación en Cancún y así a todos los que estábamos esperando el vuelo, que en México le llaman prioritario. También nos brindaron transporte del hotel al aeropuerto. En cuanto al valor del pasaje el excedente fue de $200. 000. Un asunto que si me preocupó fue que el vuelo venía de Ciudad de México y con los cupos de Cancún el avión quedó repleto. Con medidas de bioseguridad. Pero me dio nervioso. Llegué y estoy en cuarentena.”

Este virus planetario ha hecho y desecho, lo cierto es que el estado de emergencia lo aprovechan gobiernos, banqueros y empresarios para proceder con arbitrariedad, para especular con valores y negocios y para reacomodarse en las plataformas de poder de mercado que más les favorece a sus ambiciones.

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