SOS por el Turco Gil, los niños vallenatos y el festival

Cartas de los lectores
18 de julio de 2019 - 05:00 a. m.

Con desazón y una tristeza que se acerca al dolor y a la rabia, leo en algún portal la noticia de que “El Turco Gil atraviesa una mala hora”. Más que una mala hora, lo que le ocurre al papá de la música vallenata es una tragedia que lo ha llevado al borde del suicidio, según lo anuncia la información.

¿En dónde quedaron el poder y las influencias de los vallenatos que, precisamente, el Turco ayudó a forjar? ¿Qué se ficieron, diría Cervantes, los tantos Reyes hechos en la escuela del maestro? ¿Y qué tan lejos están los presidentes, ministros, políticos, periodistas, escritores y todos cuantos se han bañado en el río Guatapurí para acariciar el poder que emana del acordeón?

En estos momentos, “los niños del vallenato” deben estar inmersos en la desesperanza porque la musicalidad de este ritmo sin el Turco recibiría un tramacazo en la mollera si la escuela no encuentra otro talento y otro corazón que la sostenga, promocione y ame como lo ha sabido hacer esta gloria del festival más importante de Colombia.

¿Qué pensaría Clinton de los colombianos cuando se entere de que su invitado a la Casa Blanca se está ahogando en el río Salguero, no por amor, como nos lo narró Escalona en una de sus composiciones, sino por la frialdad de quienes lo abandonaron a la suerte de unos cobradiarios?

¿Cómo es que por tan poco dinero se le notifique con una corona de flores a este grande del folclor que sus días están contados? ¿A qué grado de insensibilidad, deshumanización e indiferencia hemos llegado?

¿Permitiremos que la desesperación continúe atribulando al Turco? Ojalá esto jamás suceda, porque el futuro del vallenato encarnado en muchos niños que lo siguen, sufriría una frustración al colgarse tantos acordeones como potenciales Reyes dejará de formar su mentor.

Ante tanta mala prensa que ha lacerado el patrimonio de nuestro país por cuenta de Odebrecht, Reficar y no sé cuántos carteles que por allí se han asomado, ¿dejaremos que este hombre que sí ha enaltecido el nombre de su patria se hunda mientras contemplamos con algún desprecio, con un tanto de displicencia, de ausencia total de solidaridad y carencia de la condición humana, su desaparición total en el fango que lo ahoga?

Qué gran oportunidad tienen los herederos de Francisco el Hombre, empezando por los organizadores del festival, de extenderles la mano a los niños del vallenato rescatando al Turco Gil de su difícil travesía, que sería tanto como asegurar el futuro de este folclor, alegrando, de paso, a la Cacica allá donde se encuentre, mientras dialoga con Gabo, Escalona y López Michelsen sobre el enorme legado que nos dejaron con la creación del festival cuya evolución debe ir paralela con la protección de quienes le dan vida alimentándolo con su talento, sin olvidar que los niños son su principal materia prima. Que siga la parranda, pero que sin el Turco Gil no tendría sentido.

Luis Eduardo Paternina.

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