Publicidad

Sueños y creatividad

Klaus Ziegler
22 de julio de 2010 - 03:22 a. m.

Srinivasa Ramanujan, el genio matemático hindú, estaba convencido de que sus mejores teoremas le fueron comunicados durante el sueño por la diosa Namakkal.

Y Samuel Taylor Coleridge divulgó la leyenda de haber concebido de principio a fin su famoso poema Kubla Khan, durante un sueño alucinado, producto del opio, aunque después cambió la versión original y confesó que en realidad esta hermosa creación fue inspirada en un estado de letargo, de reverie.

El enigma de la estructura molecular del benceno desveló a los químicos durante años. Friedrich August Kekulé cuenta cómo la solución del misterio llegó a su mente de manera metafórica encontrándose en estado de duermevela: “Volví mi asiento hacia el fuego y eché una cabezadita. De nuevo los átomos estaban jugueteando ante mis ojos…, trenzándose y retorciéndose en un movimiento serpentiforme. ¡Pero mira! ¿Qué era aquello? Una de las serpientes se había apoderado de su propia cola, y la forma daba vueltas burlonamente ante mis ojos. Me desperté como por obra de un relámpago, y en esta ocasión me pasé el resto de la noche desarrollando las consecuencias de la hipótesis”.

Hay quienes creen que es posible resolver complejos problemas matemáticos o inclusive experimentar verdaderos momentos de inspiración creativa mientras se está soñando, aunque no parece haber evidencia definitiva a favor de esta conjetura. El sicólogo René Taton realizó un estudio en el que se planteaba un acertijo a un grupo de voluntarios, con la esperanza de que la solución se manifestara en algunos de ellos en forma inconsciente mientras dormían. Los resultados mostraron que este fenómeno, de presentarse, sucede en muy raras ocasiones, y una mayoría de los sujetos insistieron en haber descubierto la solución justo al momento de despertar, y no propiamente haciendo una interpretación de la caótica simbología de los  sueños.

Mientras que la creación durante el sueño profundo sigue siendo un asunto controvertido, esos momentos de iluminación súbita, la inconfundible experiencia “¡aja!” que nos toma por sorpresa después de haber meditado sobre un problema en forma consciente durante largo tiempo, es un fenómeno bien documentado, una vivencia que todos hemos experimentado alguna vez en la vida. La historia de la ciencia abunda en anécdotas que confirman el papel del trabajo subconsciente en la creación artística y científica.

El gran matemático francés Henrí Poincaré cuenta cómo le fue revelada la solución a un difícil problema de la teoría de funciones: “Después de semanas de esfuerzos inútiles, y sin resultados aparentes, marché de Caen, donde entonces residía, para tomar parte en un curso de geología organizado por la Escuela de Minas. Las peripecias del viaje me hicieron olvidar mis trabajos matemáticos; al llegar a Coutances subimos a un autobús para realizar no sé qué paseo; en el momento de poner el pie en el estribo me asaltó la idea, sin que ninguna de mis anteriores meditaciones pareciese haberme preparado para ella, de que las funciones fuchsianas eran idénticas a las de la geometría no euclidiana. No pude comprobarlo, no tuve tiempo para ello, puesto que apenas me senté en el autobús reanudé la conversación antes comenzada, pero cuando se me ocurrió tuve inmediatamente la plena certidumbre. Al regresar a Caen comprobé el resultado para tranquilizar mi conciencia”.

El mundo interior es creado en nuestros cerebros mediante redes neuronales preformadas al nacer, las cuales se van estructurando y enriqueciendo con las experiencias vividas. Cuando generamos novedades no advertimos con claridad que aquello que parece haber ocurrido espontáneamente es el fruto maduro de una labor subconsciente llevada a cabo por un conjunto numeroso de subrutinas mentales de cálculo, comparación, relación, clasificación, deducción, abstracción…, trabajo silencioso que ocurre en zonas no accesibles a la consciencia. Quizá por ello tendemos a menospreciar lo intuitivo en aras de lo racional.

Sobreestimamos lo racional –afirmaba el filósofo alemán Rupert Riedl–, pues por naturaleza sólo somos conscientes de lo consciente. Pero “la mayoría de las asociaciones siguen ligadas al inconsciente y todo acto creador ocurre más allá de lo consciente”.

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar