Tácticas de embuste

Juan David Ochoa
15 de diciembre de 2018 - 05:00 a. m.

Suenan muy bien los nombres de todos los proyectos orquestados por el Centro Democrático para extender su dominio en el largo tiempo que les resta. Tienen el aura de grandes revelaciones, los títulos melódicos de tecnicismos románticos, el ritmo de una idea moderna y jovial, pero son los mismos embustes de un partido que sabe que sus apuestas no serían bien recibidas si tuvieran sus nombres reales, por eso el último recurso es el uso de palabras sugestivas para hacer de sus nuevos insultos un golpe mimetizado; una estafa sonora.

La ley de financiamiento es otra reforma tributaria más aberrante que la anterior; una traición frontal a los mismos sectores que les dieron su voto confiando en sus promesas de disminución de impuestos para afianzar sus clases y su economía. Era todo justamente lo contrario y acorde a su respaldo incondicional a los grandes potentados económicos que nunca traicionarán a costa de los embaucados. Ahora Iván Duque intenta explicarles a todos que sus promesas no eran tan fáciles de entender, que tenían cláusulas ambiguas y difíciles proyecciones de cumplimiento. Su retórica para excusarse ha debido elevarse aún más que en sus meses de campaña mitómana, ahora que debe afrontar las preguntas de quienes se sienten una vez más traicionados. Previendo el escándalo y conociendo la rabia creciente después de una estafa acumulada, invirtieron el nombre de la reforma que lo burlaría todo, como invirtieron también el nombre de la regulación de los medios ahora llamada ley de convergencia, la misma que el jefe de jefes había prometido hace unos meses en un mensaje amenazante a Daniel Coronell el pasado 18 de marzo: “Tiene pánico y con razón: un gobierno de Iván Duque manejará con transparencia las concesiones de televisión”; léase transparencia como un eufemismo más para el dominio de su megalomanía y delirio persecutorio. La venganza contra Noticias Uno se ve venir en el aire; es una fijación enfermiza del partido contra el único medio que publica lo que no pueden controlar con intereses empresariales como lo hacen con todos. Lo hicieron antes con la revista Cambio por la investigación de Agro Ingreso Seguro y su explosión posterior de capturas que aún los golpea con la prisión de Andrés Felipe Arias.

El más reciente espectáculo lo protagonizó Jonatan Tamayo, el congresista que hizo campaña bajo las toldas de Colombia Humana y una vez sentado se entregó al partido de sus afectos para tumbar desde allí las mismas ideas que usó para su elección. En un proyecto de ley que pretende emitir una tarjeta profesional para el ejercicio del periodismo, intentó convencer con un discurso amañado de respaldo a la dignidad del trabajo, y cuando se vio acorralado por preguntas que sabía que no podía responder con la verdad, se despidió entre gritos acusando una mala señal que nunca le falló cuando hizo su introducción memorizada.

La censura sigue siendo la prioridad de un partido acostumbrado a la imponencia del capataz que sigue pretendiendo dominarlo todo en una disciplina para perros. Sus congresistas lo obedecen presentando proyectos con nombres estrambóticos para que su desprecio de clase no sea tan auténtico y su bajeza no alcance la vergüenza.

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