Tensando los resortes del trampolín…

Mauricio Botero Caicedo
13 de octubre de 2019 - 05:00 a. m.

En Colombia meter el dedo en la boca significa “engatusar”, “embaucar”. El abogado de las Farc en las negociaciones de La Habana, Enrique Santiago, actual secretario general del Partido Comunista español —sin que nuestras “palomas” negociadoras se dieran cuenta— les metió el dedo en la boca y a continuación les hizo tilín tilín en las amígdalas. Casi con certeza Santiago, consumado otorrino, que según cuentan imponía sus tesis como fuera, les practicó una endoscopia digital. En reciente entrevista en El Tiempo con María Isabel Rueda (oct. 7-19), el exfiscal Néstor Humberto Martínez afirma: “Cada vez que le controvertían sus pretensiones, [Enrique Santiago] actuaba con vehemencia y las imponía, no exactamente con la fuerza de sus ideas, en medio de un silencio complaciente y de algún temor reverencial. Así se cedió en mucho. En el momento de hacer las leyes, la Fiscalía no permitió que ganara el arrojo del español, y esos fueron los choques”. Enrique Santiago, aparte de otorrino, futbolísticamente hablando es un avezado estratega. De alguna manera, por acción o intimidación, Santiago logró que varios jugadores del equipo del Gobierno en realidad se pasaran a jugar en el equipo de las Farc. Es decir, 14 de los 22 jugadores en la cancha estaban en un equipo de la guerrilla y ocho en el del Gobierno. Solo de esta manera se explica uno el sinnúmero de goles que nos metieron en La Habana.

Otro aspecto que el exfiscal Martínez trae a colación en dicha entrevista es un hecho que muy pocos colombianos sabían: que parte importante del equipo de negociadores lo que en realidad estaba era tensando los resortes del trampolín que supuestamente los iba a catapultar a la Presidencia. Nestor Humberto, a la pregunta: “¿En algún momento el ritmo de las negociaciones llegó a depender de los intereses de algunos de sus protagonistas en las candidaturas presidenciales?”, contestó: “Yo sí creo que los tiempos finales estuvieron signados por el reloj de las precandidaturas. Además de De la Calle, Cristo cocinaba su candidatura y Roy Barreras aspiraba a ser candidato por el partido de la U con el aval presidencial. Una negociación no se puede hacer en una mesa de precandidatos, porque la agenda personal marca asuntos que son de inminente interés general”.

También sale muy mal parado en el libro de Martínez el exministro de Justicia Yesid Reyes. A la pregunta: ¿si los exguerrilleros podían volver a matar y secuestrar sin sanción alguna? Reyes contestó: “Los excombatientes de las Farc, como cualquier otro colombiano, pueden secuestrar o matar. Lo que no pueden es levantarse en armas contra el Estado”. Es exactamente ese insólito encogimiento ante las Farc el que nos tiene hundidos en el hueco en que nos hallamos.

Asumimos que a Néstor Humberto Martínez lo van a tratar de mentiroso, embustero y traidor. Aquellos que lo hagan no deben olvidar que el exfiscal dejó plasmadas sus advertencias en 43 enjundiosas cartas que deben ser publicadas a la mayor brevedad posible.

Apostilla. El buscar evadir acusaciones proclamando que los presuntos delitos han prescrito es sello de granujas. El que los acólitos del exmandatario busquen protegerlo buscando la prescripción —como lo pretende el Partido de la U— refleja la ruin condición de estos monaguillos.

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