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Terremoto de la derecha

Arlene B. Tickner
28 de mayo de 2014 - 03:09 a. m.

Las elecciones al Parlamento Europeo, descritas por el primer ministro de Francia como un “terremoto”, ponen de relieve el estancamiento y la falta de legitimidad del proyecto de integración y unión entre sectores importantes del electorado europeo.

Aunque el centro-derecha y el socialismo mantuvieron sus mayorías, los grupos antieuropeos de extrema derecha (e izquierda) sumaron casi 20% de los 751 curules, suficientes para generar “ruido” en el cuerpo legislativo.

El euroescepticismo se ve reflejado en las encuestas de percepción del Eurobarómetro sobre la Unión Europea. En las más recientes, realizadas en 2013 y 2014, se destaca la ambigüedad de la opinión pública en términos de los beneficios de la UE, el sentido de pertenencia a ella y su rol en la solución de los problemas más importantes que aquejan al continente. Mientras que los europeos señalan como algunos de sus atributos el poder económico y financiero del bloque, el respeto por la democracia y los derechos humanos, y el estándar de vida de sus ciudadanos, en varios países, entre ellos Eslovenia, España, Grecia y Portugal, un número significativo de habitantes considera que la Unión Europea no tiene ningún rasgo positivo. Al menos 10% de la población en 10 de los 28 países miembros comparte dicha apreciación.

Pese a que alrededor de la mitad de los europeos se identifican simultáneamente con la identidad de su país y la europea, y expresan un sentido de pertenencia a la UE, más de un tercio solamente siente afiliación nacional y 75% no tiene interés en la política europea, hecho reflejado en las altas tasas de abstención en estas elecciones. La identificación del desempleo y la desigualdad social como los dos retos principales que enfrenta Europa explica, tal vez, el pesimismo relativo sobre el futuro: 56% considera que la vida de los jóvenes será más difícil que la de sus antepasados.

De la mano del euroescepticismo frente a la Unión Europea, ha crecido la popularidad de los partidos nacionalistas-derechistas. Desde los casos más emblemáticos, como el Frente Nacional francés y el Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP), hasta el Partido del Pueblo Danés, el Movimiento por una Hungría Mejor (Jobbik), Nueva Derecha en Polonia, el Partido de la Libertad en Austria, Verdaderos Finlandeses y Amanecer Dorado en Grecia, la extrema derecha anotó victorias electorales entre históricos y sustanciales alrededor del continente. Además de su oposición a la UE y su apego a la soberanía nacional y el proteccionismo, lo que más asemeja a estos grupos es su rechazo de la migración y su xenofobia, las cuales se traducen en los casos más radicales en posiciones abiertamente neonazis.

Después de la Segunda Guerra Mundial, la extrema derecha se convirtió en tabú, dado el legado nefasto del fascismo y el Holocausto. Sin embargo, con el desdibujamiento de la memoria colectiva sobre la guerra, ésta ha instrumentalizado el descontento y el miedo de algunos sectores de la población, entre ellos los jóvenes, frente a la globalización y los migrantes, que no solo son vistos como amenazas a sus derechos económicos y sociales, sino a la identidad nacional misma. Lo alarmante es que este terremoto xenófobo no se limita a la UE ni a los países en crisis, sino que parece extenderse por Europa entera.

 

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