Sombrero de mago

Tocaron al “intocable”

Reinaldo Spitaletta
31 de julio de 2018 - 04:55 a. m.

Llegan momentos nada estelares en la humanidad en que a ciertos sujetos se les deifica, se les otorgan virtudes de dioses inventados (bueno, todos son un invento humano), se les atribuyen poderes mesiánicos (en medio de la vesania general) y así desaparece la crítica, o quien la ejerza puede ser un ateo, un disociador, un enemigo de la deidad, un blasfemo (aunque el blasfemo es, ante todo, un religioso), o, como se dicen entre la fanaticada colombiana, un “castrochavista”.

La condición de hacerse notar como inequívoco, unívoco y necesario es toda una estratagema de padrinos, de oficiantes religiosos, de aquellos que son capaces de promover la servidumbre voluntaria. Hay que elevarse (levitar) en los altares mientras la feligresía se arrodilla. Y, en medio de las parafernalias ideológicas, se esculpe la figura del todopoderoso, del salvador. Categorías religiosas transferidas al mundo político.

Sobre el llamado “señor de las sombras”, el que muchos creen el ungido, el elegido (bueno, dirán que en la última votación obtuvo más de ocho millones de votos) ahora pesa una acusación (ha habido muchas otras) que esta vez sí parece lo conducirá a los estrados judiciales. Ya un dirigente de oposición (Jorge Robledo) dijo que en el proceso contra quien un lacayo calificó como un dios cabía medida de aseguramiento.

En medio de toda la turbamulta, la tempestad política, la agitación de prensa, de los aullidos de los que defienden al “intocable” (hace falta un Eliot Ness), no sé por qué me dio la impresión de que al patriarca le está llegando el otoño. Y volví a repasar la obra del aracateño al que una sacerdotisa del culto mesiánico mandó al infierno cuando el escritor se murió. La misma “trinadora” dijo tiempo después que la masacre de las bananeras era una invención literaria, un “mito histórico”, una repulsa en la que “murieron más soldados que trabajadores”.

Digo que volví a la novela tremenda de alias Gabo, y, en efecto, a otro patriarca, que no es hijo de Bendición Alvarado, se le están cayendo las hojas. “Ni siquiera los menos prudentes nos conformábamos con las apariencias, porque muchas veces se había dado por hecho que estaba postrado de alferecía y se derrumbaba del trono en el curso de las audiencias torcido de convulsiones y echando espuma de hiel por la boca…”. La realidad imita a la literatura.

En todo caso, el sombrío personaje, el dueño del teflón, el mismo del “articulito” reeleccionista y el trueque de notarías por votos, está ahora en una situación jurídica en la que se le acusa de intento de soborno y fraude procesal. Que sea el Estado de derecho el que proceda, con todas sus garantías, pero, a su vez, con todo el rigor legal. Si es culpable, que se le condene; si no lo es, que se le absuelva. Así debe ser. “No puede haber nadie por encima de la ley”, dijo al respecto el jurista y académico Rodrigo Uprimny, en entrevista en El Espectador (29-07-2018).

El llamado a indagatoria que le ha hecho la Corte Suprema de Justicia al político del “embrujo autoritario” ha conmocionado el “país político” y, como una especie de exorcismo, ha renovado el uso de las gotitas para la memoria (en otros, las de valeriana). Se ha incentivado el ejercicio histórico de examinar los años de los “falsos positivos”, cuando se hacían pasar por guerrilleros, dados de baja en combate, a muchachos que jamás habían tenido un arma y que su pecado mortal era ser pobres, desempleados y sin apellidos de abolengo; de recordar las palabras angustiadas del alcalde de El Roble, Sucre; las del profesor Correa de Andreis, y aun las de los “buenos muchachos” del DAS y otras tropelías.

La apertura de la investigación penal de parte de la Corte Suprema de Justicia contra el dirigente a quien sus adeptos ven como un ser impoluto y venerable puso a los magistrados en la mira telescópica de los insultos, la intimidación y el oprobio de los “comulgantes”. Tal vez vuelve a la palestra aquello de “lo que es con él es conmigo”. Y continúa entre la grey la visión borrosa (tergiversada) del otro, del posible ateo, del cuestionador, como un “guerrillero de civil”, “comunista disfrazado”, “terrorista”. Las “enseñanzas” del “profeta”.

Los cargos que le formula la Corte al muy excelentísimo don no son porque este hubiera estado “cogiendo café”. Hace unos meses, cuando la Corte ordenó compulsar copias contra el exmandatario ante la presunción de haber manipulado testigos, quedó en los periódicos una frase del senador Iván Cepeda, que, creo, sigue vigente y caracteriza al acusado: “Es un hombre que ha tenido mucho poder, que lo ha conquistado con métodos que hoy están bajo la investigación de la justicia y que representa un proyecto fundamentado en la guerra, el odio y el miedo”.

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