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Todo sigue igual

Iván Mejía Álvarez
30 de enero de 2008 - 03:35 p. m.

Quienes esperaban un cambio radical en materia de políticas, actitudes y nombres, en la Comisión Arbitral de la Federación Colombiana de Fútbol, se quedaron viendo un chispero.

Los cambios fueron poco significativos y el problema del arbitraje será igual o peor durante la presente temporada. Se creía que nada en materia de arbitraje podía ser tan malo como lo fue el año pasado, donde los errores fueron groseros, de bulto, con sospechosas actuaciones de algunos silbatos que dieron muestras de incompetencia, algunos, y otros a los cuales se les alcanzó a vislumbrar la actitud torcida y mal intencionada. Se recuerdan arbitrajes como el de Hoyos o los de Buitrago que fueron un himno a la sospecha.

Los miembros de la antigua Comisión Arbitral pueden ser unos excelentes funcionarios en su vida particular, muy destacados profesionales y todo lo que usted quiera, pero en materia de manejo de los jueces fueron un completo desastre. Unos porque muy rápido pelaron sus limitaciones, como el médico Forero, y otros porque con el tiempo se les notó que habían llegado a la comisión con un espíritu regionalista abusivo e intimidador, el caso de Baltasar Medina, a quien sólo le servían los jueces de la parcela donde nació. Un abusivo regionalista resultó este Medina, quien ahora se va de la comisión por la puerta de atrás y echando pestes contra la prensa bogotana. Hasta luego, don Baltasar, y que no se le vuelva a ver en el fútbol.

Otro caso que producía vergüenza era el del Defensor del Pueblo, un señor con nombre de licuadora que defendía a capa y espada a sus jueces amigos y estaba convencido de que la comisión era para los amiguetes de turno.
Se fueron y están bien idos. El tema se les salio de las manos, su ineptitud fue patente, su incapacidad total y no dejaron nada.

Sin embargo, el cáncer grande continúa en la Comisión Arbitral. Y ese cáncer tiene nombre propio: Mario Bedoya, integrante de la mal llamada Comisión Técnica, que no sirve para nada, tan solo para llevar en remolque a los amigos y para apadrinar a algunos y defenestrar a otros, un individuo que se dedica al chisme y a llevarle quejas a su patrón, el inefable presidente de la Difútbol, el cuestionado Álvaro González Alzate, de quien dijo Fernando Rodríguez Mondragón en un reportaje de El Nuevo Estadio, el 22 de octubre, que era “la persona que manejaba la Comisión Arbitral y ese poder que tenía lo utilizaba a favor de los grandes equipos. Era el jefe escondido, el jefe de jefes”, afirmaciones de Rodríguez Mondragón que todavía no han sido desmentidas y que serían suficiente motivo para que la justicia deportiva y la justicia penal investigaran al sátrapa que maneja la Difútbol.

Bedoya continúa allí haciendo del chisme hacia sus periodistas amigos que le sirven de caja de resonancia a su deslealtad, con quienes debía ser correcto. Todos los males y las frases grotescas con los ex miembros de la Comisión Arbitral salían de sus mensajes y charlas con quienes son sus padrinos periodísticos y sus defensores de oficio. Los que se fueron, terminaron hablando pestes de quien desde adentro filtraba todos los problemas de la comisión. Bedoya es el clásico “chivato”. Y si fue desleal con los que se fueron, nada augura que vaya a ser leal con los que llegan.

No hicieron nada. González Alzate se las ingenió para ganarle a Jessurum y a Bedoya la partida. Unos cambiecitos de nombres, unos malos por otros que no pintan nada bien, Bedoya allí y el tema sigue igual, manejado indirectamente por el cuestionado, con chismes y consejas, el “chivato” se quedó adentro y todo seguirá igual…

Decepcionante, don Luis. Si tener la mayoría en el comité no sirve para hacer reformas, entonces ¿para que están ahí?

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