Todos los estudiantes son unos cabrones

Juan Carlos Rincón Escalante
28 de septiembre de 2019 - 05:11 a. m.

No dejan de sorprenderme la cantidad de tonterías que se han dicho en redes sociales y medios de comunicación como reacción a las protestas de más de 5.000 estudiantes de por lo menos 12 universidades distintas. Si uno les creyera, estamos ante unos vándalos fuera de control que aprovecharon para destruir los bienes públicos y de paso ensuciar la intachable reputación del Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) de la Policía Nacional. ¡Todos los estudiantes son unos cabrones!, parecen gritar. 

El problema es que eso es una falacia que demuestra lo incapaces que somos en Colombia de tener discusiones complejas y darle a las cosas sus justas proporciones. 

Ayer ocurrieron dos hechos lamentables y que deben ser rechazados con vehemencia: unos encapuchados le tiraron piedra a (e intentaron incendiar) una sede del Icetex y otros hostigaron a periodistas de Noticias Caracol y Noticias RCN. Eso es vandalismo, no hay otra palabra. ¿Pero cuántos eran, en realidad? ¿20? ¿30? Si exageramos: ¿50? El 1 % de todos los que salieron a manifestarse pacíficamente. 

Sin embargo, en redes sociales eso fue suficiente prueba para demostrar la hipocresía de la movilización estudiantil y cómo lo único que buscan es el caos. Ricardo Galán escribió que “estos estudiantes decidieron incendiar el ⁦Icetex ⁩ para demostrar que sus protestas son pacíficas y justificadas”, y preguntó: “¿cómo es el asunto: cuando reacciona el Esmad ataca a estudiantes, pero cuando incendian edificios son vándalos?”; Soraya Yanine, refiriéndose al hostigamiento a periodistas, se preguntó si “¿esta es la protesta pacífica de los estudiantes?”; Karla Arcila dijo que los ataques “deslegitiman cualquier protesta por justa (que sea)”; Claudia Palacios preguntó si “¿podrían los estudiantes encontrar maneras más creativas de protestar, con finales menos predecibles?”. 

Esos estudiantes son terribles, ¿no? Violadores de la libertad de prensa y de expresión, criminales, vándalos y, además, ¡muy poco creativos! 

A punta de preguntas retóricas y generalizaciones fáciles volvieron la manifestación estudiantil un sinónimo de violencia. 

Lo perverso es que hay otra forma de responder. Se puede criticar a las personas que cometen delitos sin estigmatizar a todos los 5.000 que se movilizaron. Decir que los estudiantes fueron los que se tomaron el Icetex es asumir que eso fue consecuencia de un plan macabro y maestro en el que todos estuvieron de acuerdo y participaron para sabotear a la institución estatal. Argumentar que se deslegitima la protesta por el hostigamiento a periodistas es caer en la misma lógica irracional: como unos cuantos atacaron a mis colegas, eso significa que todos los estudiantes estuvieron detrás. 

¿Y acaso no podían evitar que esto ocurriera, si era tan predecible?, dirían las claudia palacios del país. Esa pregunta es no entender cómo funcionan las manifestaciones.  Los estudiantes, por definición, no son un grupo homogéneo ni cuentan con un control centralizado. Se unen a marchar con un objetivo claro, pero no tienen manera de evitar que haya infiltraciones o que algunas pocas personas recurran a la violencia. El rechazo que la abrumadora mayoría de ellos ha expresado a los desmanes es la muestra de que estigmatizarlos es caer en la trampa de los violentos. Si decimos que ya no vamos a escucharlos, que perdieron legitimidad, que son unos vándalos, silenciamos sus importantes reclamos porque no somos capaces de entender esta realidad básica que vengo describiendo.

¿Saben quién sí puede evitar cometer abusos de poder? El Esmad, que es la representación del Estado y donde todos los miembros tienen que obedecer órdenes, por lo que cualquier atropello es responsabilidad de la organización entera. ¿Ven la diferencia?

No, todos los estudiantes no son unos cabrones. Están saliendo a marchar porque de la Universidad Distrital se robaron más de $10.400 millones (de plata de los impuestos, por cierto), porque el Esmad lanzó bombas lacrimógenas que cayeron en un hospital, ha agredido injustificadamente a estudiantes, llevado a cabo detenciones arbitrarias, saboteado una manifestación de feministas, y porque las autoridades, encabezadas por el alcalde Enrique Peñalosa, han sido incapaces de salirse de su arrogancia para darse cuenta que las marchas no son puro “oportunismo político”. 

Los estudiantes están ejerciendo los derechos que les otorga la Constitución y haciendo acto de presencia contra la corrupción y la opresión. Cabrón es tildarlos a todos de vándalos.

@jkrincon

 

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