No nos consta

Tola y Maruja pasan la noche en El Ubérrimo

Tola y Maruja
23 de agosto de 2020 - 05:00 a. m.

Berrionditos, arrecuerdesen pues que el otro domingo estábamos en la cárcel del Ubérrimo y cuando se terminó la visita no salimos sino que nos escondimos en los baños.

Nos acurrucamos muy callaítas en un escusao, esperando que cayera la noche pa salir, pero cuando todo estaba en silencio vino la guardiana Paola Holguín a revisar.

Tola y yo contuvimos la respiración y nos encomendamos al Señor Caído. Paola revisó los inodoros uno por uno... y cuando iba a jalar la puerta del de nosotras ¡rin! le sonó el cedular.

¿Aló? —contestó Paola—. ¿Quiubo mija? Aquí buscando que no se nos esconda ningún lagarto, que vienen es a joder al patrón pa que les consiga chanfaina con el Gordo.

¿Cómo? Pues yo sí le he tocao el tema por los laítos, pero Uribe no suelta prenda sobre el sucesor. ¿Vites que está sonando Tomás? Figurate, qué piedra, ese mocoso.

¿Cierto que da rabia, vos? Todos estos años nosotras lambiéndole al viejo, diciéndole el Gran Colombiano, tapándole las cagadas, pa que venga el carebonito este, que no le da un golpe a la tierra...

¿Cómo? Yo me patié una conversación de Uribe con misiá Lina y oí que le dijo: No sé, viejita, me suena Paloma... siempre es mejor atajar una loca que empujar a María del Rosario.

¿Qué? Esperate yo me salgo, oigo cortao —dijo Paola y salió. Tola y yo nos asomamos que no hubieran moros en la costa y pegamos carrera pa la casa, pero en la puerta estaba la guardiana Mafe Cabal.

Retrocedimos y Tola pisó un chamizo y el ruido puso mosca a Mafe, entonces corrimos y nos metimos en la pesebrera y nos escondimos debajo de un caballo, con tan mala suerte que le chuzamos los cojones con la sombrilla.

El animal relinchó y Mafe nos encandiló con la linterna y nos gritó: ¡Manos arriba! Con el berrido de Mafe el pobre caballo soltó el chorro y nos emparamó de miaos. ¡Gas!

Cuando supo el cacho que nos pasó Álvaro se rió de buena gana, nos mandó a bañar y ordenó que alistaran la comida y que nos organizaran catres con toldillo.

La cena fue muy austera, típica de secuestrao: pan y agua, pero la sobremesa fue en el amplio corredor, tomando guarilaquis con carimañola y rajando de la Suprema Corte.

Oites Alvaricoque —alvertí yo—, ¿no creés que con los magistraos te puede pasar como el alumno que alega por todo y hace emberracar al profesor y pierde el año?

Ole Álvaro —interrumpió Tola ya copetona—, una machera el plan de poner a tu retoño de presidente: ese muchachito sí enriquece este país en par voliones. ¡Chin chin por Tomasito!

Y lo mejor es que el mugroso de Iván Cepeda no tiene hijos —dije yo achispada por el anís—, o sea que no hay peligro que le destapen a Tomasito sus llamadas a Yidis, las reuniones con los Nule, su relación con Daví Murcia, el alcalde de Mosquera...

Hace nada me llamó el fiscal Barbosa —dijo Álvaro mordiendo una butifarra de la picada—, que está muy contento con el traslado de mi caso a la Fiscalía y que lo radicará en la isla de Yonikí.

Ya con sus guaros encima, Uribe se animó y recitó Siquiera se murieron los abuelos: “Hubo una Antioquia grande... Una raza con sangre entre las venas, pero sin sangre negra en los botines”.

Próximo domingo: Cae el Gaula a rescatar el secuestrado.

Ñapa: “Si Uribe desde la cárcel pone de presidente a Tomás, me le quito el sombrero de copa”: Winston Churchill.

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