No nos conta

Tola y Maruja ponen al presidente Duque a hacer el trabajo doméstico en la Casa de Nariño

Tola y Maruja
05 de abril de 2020 - 05:00 a. m.

Hoy pusimos al presidente Duque a que él mismo se haga el desayuno y lave los platos y barra y trapee y sacuda y saque la basura y monte el almuerzo y aliste la cena.

Iván, que esta cuarentena sirva pa que sumercé vea que el trabajo doméstico no es tan mamey como creen los berriondos hombres y que mantener una casa no es comer y silbar.

Primero que todo, pa poder hacer el desayuno hay que encontrar la cocina limpia, porque si dejates la loza sucia de anoche pues te vas a topar un paisaje desalentador, con alguna cucaracha de turista.

Sigue pensar qué va ser el desayuno, y aquí hagamos un paréntesis, Ivancho, porque una de las cosas más malucas de los destinos de la casa es tener que pensar —dijo Tola con el dedo en la sien.

Muy cierto, Tola —dije yo—, en mi casa tuvimos una sirvienta... Un momentico, Maruja —me interrumpió Tola—, vamos cambiando ese lenguajito: se dice empleada doméstica o señora de logística.

Se llamaba Orfa, y cuando le pregunté cuánto nos iba a cobrar, me dijo: ¿Con piensa o sin piensa? ¿Cómo así, Orfa? Es que si me toca pensar qué hacer de comida cobro un recargo, misiá Maruja.

Ojo Ivancito que el desayuno debe ser la comida más trancada, a según los espertos: desayunar como rey, almorzar como príncipe y cenar como mendigo en cuarentena.

Uy tías, con razón yo estoy gordo mafafo: ceno como camionero, y me chupo unas pesadillas las berracas. Anoche soñé que me encontré con la Virgen de Chiquinquirá.

No fregués Iván, contá. Yo estaba en un bosque haciendo figuritas con un balón en forma de coronavirus y en esas se me pareció la Virgen con tapabocas.

Yo me arrodillé y le dije: Virgencita, ¿por qué sigue la peste? Ella me miró con inmaculada ternura y dijo: Ivancito, créame que he hecho todo lo divinamente posible.

Pero Virgencita, ¿cómo ve la cosa? Ay, Iván, con decirle que mi hijo Jesús está pensando seriamente no bajar en Semana Santa y quedarse mejor en cuarentena con la Santísima Trinidad.

Virgencita, ¿a quién me encomiendo entonces? La Virgen me miró con desconsuelo y dijo: Ay, Ivancho, ese virus no lo frena ni el Patas. Y subió a los cielos dejando olvidada una bolsa de antibacterial.

En esas dentraron Uribe y Alicia, que estaban mercando en Paloquemao, y dijo Álvaro, con una risita imposible de disimular: ¿Adivinen? ¡Echaron a Daniel Coronel de Semana! ¡Y renunció el calvito!

Alicia corrió a la cocina y trajo vino espumoso y brindaron: Por un periodismo de opinión sin sesgos ideológicos, ¡salú por Salú Hernández!

Pero Álvaro —se atrevió Tola—, los Danieles le hacen falta a la democracia. ¿Falta? —brincó Uribe, y le bailaron los ojitos de seminarista—. Cuál falta, ome: falta la que hace la arepa.

Pues Álvaro —metí la cucharada—, a mí sí me parece mal negocio de Semana volvese uribista, porque tus fan no compramos revistas sino que las ojiamos en los consultorios y arrancamos la hoja que nos interesa.

¡Miren! —gritó Alicia asomada a la ventana—, los animales silvestres están saliendo. Vean ese lagarto entrando a Palacio. No hijita —le aclaró Uribe—, es Jasán Nassar.

Grafitis: “Semana está repartiendo tapabocas”.

Ñapa: ¿La limpieza de chackras también es mejor con alcohol?

Ñapita: ¿Cierto que el ama de casa frente a la olla pensando qué hacer de almuerzo es como el escritor frente a la hoja en blanco?

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar