Tragedia mayúscula… política minúscula…

Luis I. Sandoval M.
31 de marzo de 2020 - 05:00 a. m.

Las tragedias generales, como la actual pandemia, revelan mucho sobre el sentido de la política en una sociedad. Y no solo son las características de los gobiernos y poderes en ejercicio las que se hacen patentes, también las de la oposición, la protesta social y aún la revolución. Nadie está exento de tomar postura y, a través de ella, explicitar lo más esencial de su visión de lo humano, lo público y lo social, por ende, lo político. Erróneo plantear que se desligue el tratamiento de la pandemia de la política, por supuesto sí de la politiquería. 

Aquí en Colombia se ha visto al presidente Duque y su gabinete muy activos y comunicativos procurando hacer sentir que están a la altura, que llegan a tiempo, que hacen lo correcto y que su acción es eficaz. Hay que reconocer que se están moviendo y hay que secundar las medidas tomadas para contener y revertir el avance del coronavirus. La corresponsabilidad y la solidaridad son ineludibles.  

Pero no puede ser solidaridad acrítica porque la acción frente a la emergencia carga con los problemas estructurales del país, de su modelo económico, social, cultural y político. Otros problemas surgen sobre el desarrollo del esfuerzo general que no pueden dejar de señalarse precisamente para apuntalar ese esfuerzo y cualificarlo.

La crisis exige disciplina, que no quiere decir menos sino más democracia, más involucramiento y participación de cada persona, más compromiso de todos con lo público. Por eso aquí señalo hechos y características sobresalientes, que están a los ojos de todos, sin salirme del empeño solidario que es la única tabla de salvación en medio de la enorme tragedia.  

Fue la nueva generación de gobernantes departamentales y municipales (elegidos el 27 de octubre pasado) la que desató las primeras decisiones de aislamiento,  incluido el simulacro decretado por la Alcaldesa de Bogotá, que luego el presidente convirtió en medida obligatoria a nivel nacional. El cierre oportuno del aeropuerto Eldorado hubiera ahorrado importación significativa de contagiados. 

La oposición política apoyó expresamente las medidas del gobierno nacional y convocó a secundarlas. El Presidente Iván Duque llamó a Gustavo Petro, líder opositor,  después de la alocución del sábado 21 de marzo a las 10pm y Petro declaró públicamente su acuerdo con las decisiones, Emergencia Económica y aislamiento obligatorio. Ésta última la ha calificado después como tardía y porosa.

El Comité Nacional de Paro, cabeza de la protesta social en curso, modificó la agenda de acciones colectivas en la calle y en recinto cerrado, y planteó otras demandas más focalizadas en la coyuntura de riesgo. Las nuevas expresiones de protesta social las protagonizan sectores que quedaron a la deriva y absolutamente desprotegidos en la contingencia como los trabajadores por cuenta propia, independientes e informales, los vendedores ambulantes, todos ellos constitutivos de lo que se categoriza ahora como precariado que, si no salen a rebuscarse cada día, no comen, no duermen, no adquieren medicamentos básicos, entre tales sectores se encuentran los migrantes venezolanos. 

Estos sectores en varias ciudades, Soacha en particular, salen a demandar el apoyo estatal. En Bogotá han realizado marchas y concentraciones, desafiando que están desaconsejadas y prohibidas, en la plaza de Bolívar: ¡nos estamos muriendo de hambre¡        

Otro sector ya no solo inconforme sino desesperado, el de reclusos y reclusas, organizó asonadas simultáneas en 13 cárceles, seguramente con fines de fuga, única solución al hacinamiento y el consiguiente contagio. El gobierno nacional decidió ordenar dispararles produciendo una masacre en la Cárcel La Modelo de Bogotá (23 muertos, 83 heridos) y otras muertes en prisiones regionales. A hecho tan grave se le ha puesto sordina. ¿Será ese el tratamiento que se generalice para posibles motines y saqueos por parte de gentes absolutamente desamparadas como ya ha habido conatos? Sin duda hay ahí una bomba de tiempo.

Los grupos armados insurgentes como el ELN y Nueva Marquetalia, y otros grupos armados herederos del paramilitarismo y narcotráfico, no han accedido al cese de fuego humanitario solicitado clamorosamente por inmensas redes ciudadanas y por gestores de paz injustamente detenidos como Francisco Galán. Al gobierno se le pide cese simultáneo de acciones ofensivas. A nadie oyen los grupos armados, clanes, delincuencia organizada y guerrillas.    

Con cierto alivio se han recibido los subsidios para una parte de los sectores más afectados por la pobreza de ingresos (familias y jóvenes en acción, apoyo a la tercera edad, auxilio al rebusque, giro social…otros) pero el reducido impacto positivo de estas medidas se ha visto mellado por la disposición que prevé el traslado de cuantiosos recursos al sector financiero en virtud del Decreto 444 del 21 de marzo (Arts. 2 y 4.3)

“Inaudito, declaró la  Alcaldesa Claudia López, que el gobierno nacional se aproveche de la emergencia económica para autoprestarse recursos de los entes territoriales para dárselos a bancos y empresas. Abuso absurdo que además disminuye recursos que deben ser para la salud y el cuidado de la gente y los hogares”.  Las transferencias al recién creado Fondo de Mitigación de Emergencias FOME se estiman en 14.8 billones de pesos (12.1 del FAE y 2.7 del FONPET). Muchas y variadas han sido las voces críticas de esta jugada.       

El esfuerzo estatal y societal frente a la pandemia merece todo el apoyo, pero es insuficiente, hay que profundizarlo y consolidarlo. Aquí pueden tenerse en cuenta medidas tomadas en sitios lejanos y cercanos, como Francia, El Salvador y Turbaco (población cercana a Cartagena de Indias). Algunas de esas medidas son replicables asumiendo las condiciones específicas de otros lugares.  

En los casos mencionados los gobernantes han entendido que aliviar cargas económicas de servicios, arriendos, y otros gastos, es una manera eficaz de estimular el autoaislamiento. Claudia López en Bogotá planteó un mes de agua sin costo (20 de marzo a 20 de abril) y el gobierno nacional no lo vio viable. Hay que superar estos obstáculos leguleyos o de cálculo económico estrecho. Sectores sociales privados de ingresos mínimos han planteado inclusive una especie de desobediencia civil no pagando los recibos de servicios porque no tienen con qué.

Revisar algunas medidas es necesario. La reducción de buses de Transmilenio en Bogotá, pareciendo razonable, ha producido aglomeraciones. Las pruebas aleatorias a transeúntes, en cualquier lugar, y no solo a personas con síntomas, han dado muy buen resultado en Corea del Sur y Alemania. Alemania practica cerca de 500.000 semanales, Colombia solo alcanza a 80.000. Se necesita asegurar el compromiso de las EPS con esta tarea fundamental, enfáticamente recomendada por la OMS. Más camas UCI, muchas más, en hospitales, carpas y hoteles, seguro ahorrarán vidas cuando se presente el pico de personas en estado grave. Cada cama significa posibilidades de vida para 5 o 7 pacientes. De resaltar el paso dado en Bogotá de habilitar Corferias, el Hotel Tequendama y hospitales de EPS intervenidas. En Medellín  y Barranquilla alcaldes han hecho lo propio.

Se debatía el fin de semana si el Congreso de la República seguía sin reunirse por la pandemia o si encontraba una forma virtual de sesionar. En ningún país del  mundo se ha cerrado el parlamento. Los poderes públicos no se pueden diluir. Todos, cada uno en su esfera, tienen que contribuir a enfrentar la situación de calamidad pública. El Concejo de Bogotá, las Juntas Administradoras Locales JAL están sesionando virtualmente. La democracia se informatiza, no desaparece.

Lo que el país y el mundo demandan hoy es que la política, las instituciones, la democracia, las empresas, la ciudadanía se crezcan a la medida de la calamidad pública que afrontamos que es descomunal. El personal de salud es heroico en su labor, pero el sistema de salud signado por el mercado, está lejos de las demandas básicas de salud de la población, situación que se acentúa en tiempos de pandemia.

No puede ser que en medio de la calamidad se sigan asesinando líderes sociales. No puede ser que los grupos armados sigan en una guerra que ayuda a la expansión del virus. No puede ser que el sector financiero se chupe los fondos destinados a la salud de la gente. No puede ser que ante una tragedia mayúscula, respondamos con una política minúscula…

Nuevos hechos. Ya entregada esta columna al periódico ocurren hechos que merecen mencionarse y que la modifican en lo pertinente. Positivo: el anuncio del Eln de un cese del fuego unilateral para contribuir a las condiciones favorables a la contención del COVID-19. Bienvenida esa decisión. Debe haber reciprocidad por parte del Gobierno. Necesario avanzar hacia diálogos de paz formales entre el Gobierno Nacional y la delegación del Eln que permanece en La Habana. Positivo: El reconocimiento como gestores de paz a Francisco Galán Bermúdez y Carlos Arturo Velandia y su consiguiente excarcelación. Análogo tratamiento debe darse a Juan Carlos Cuéllar. Lamentable: el fallecimiento de Carlos Torres Corredor a causa de un cáncer que lo postró en los últimos meses. Torres fue un importante líder y educador social, dirigente gremial de los fotógrafos profesionales, militante sindical en la CGT, la CTC y contribuyente al nacimiento de la CUT desde el Instituto María Cano (Ismac) del cual fue destacado integrante. Carlos fue un entrañable amigo por más de 40 años. Honor a su memoria, solidaridad con su familia, paz en su tumba.

@luisisandovalluis.sandoval.1843@gmail.com 

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