Transparencia

Iván Mejía Álvarez
21 de febrero de 2017 - 03:00 a. m.

Lo primero es lo primero: maravilloso, impresionante, majestuoso espectáculo el de la hinchada del América en El Campín. Fueron 33.000 pagando y 4.000 de cortesía para hacerle la mejor taquilla de su historia a La Equidad. El elenco asegurador se quedó con toda la plata, pero el show fue de los rojos en las tribunas y en la cancha, donde ganaron 3-0, contundente y sólido.

América ya tomó una ventaja de tres punticos en su lucha por salir del descenso. Y ahora la mira está puesta en Pasto y Bucaramanga para dejar atrás la sombra de la B.

Ahora, lo segundo: ¿ha dimensionado la Dimayor lo que se le viene con el tema de permitir a Equidad jugar en cancha extraña su partido contra América? ¿Igual tendría derecho a pedir que se juegue en El Campín contra Millos o Santa Fe? Y Tigres también tiene derecho, suponemos que sí, a buscar sus grandes taquillas frente a América y Nacional, los campeones de billetera en el país.

Una cosa es clara, Nacional y América no son equipos de la misma plaza y llevarlos a El Campín para enfrentar a Equidad y Tigres no significa una ventaja deportiva. En cambio, permitirle a Equidad y Tigres que jueguen contra Millos y Santa Fe sería discordante y no admisible. Aceptar esa teoría en bien del dinero para los equipos chicos es abrir una peligrosa compuerta que puede cambiar la lógica de la equidad deportiva.

De aceptarse que Millos y Santa Fe pueden medirse de visitantes a los dos chicos de Bogotá significa que mañana, con toda razón, el Envigado, por términos monetarios, pida jugar en el Atanasio contra Nacional y Medellín.

La Dimayor está en mora de legislar sobre este tema desde ahora, dejando bien clara su posición para evitarse dolores de cabeza posteriores.

A otro tema. Contrasta la buena campaña de Cali con el fracaso inicial de Júnior, que no conoce la victoria, que deja malas sensaciones y que pone ya a la parroquia barranquillera a medir la aceptación de Gamero.

Sorprende que Gamero haya optado por la línea de las rotaciones como si la plantilla tuviera 25 jugadores del mismo nivel. Por descuidarse en el torneo doméstico, dedicarse a la Sudamericana, Júnior no entró a las finales en el torneo pasado, lo que terminó costándole el puesto a Giovanny Hernández. Parecía un lección conocida, pero Gamero se ha puesto a inventar formaciones y el balance es muy pobre.

Gamero debe recordar que en la región Caribe la paciencia es mínima y que Gamerito que se duerme se lo lleva la corriente.

 

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