Tras la plata de la ciencia y la tecnología

Gonzalo Hernández
28 de marzo de 2017 - 02:00 a. m.

Parece difícil aún que el Gobierno pueda echarle mano al Fondo de Ciencia, Tecnología e Innovación del Sistema General de Regalías para financiar la construcción de vías terciarias en el marco de la implementación de los acuerdos de La Habana. El procurador Carrillo, entre otros, ha afirmado enfáticamente que las regalías son de destinación específica; pero el Gobierno del presidente Santos le toma la temperatura al país con el tema, y en tiempos de fast track no hay que descartar que las fichas se estén moviendo para poder dar el zarpazo.

El tono altamente mediático de los reportes sobre la malversación de los recursos del Fondo parece conveniente para tal propósito. Se alimenta el argumento de que la plata manejada por los departamentos, no importa si es para la investigación y el desarrollo, o para la construcción de hospitales o escuelas, es robada o administrada con ineficiencia. De tal manera, luego de elegir entre males, parece mejor que el Gobierno central tome las riendas. Queda cuestionada la descentralización del gasto y se deja en manos de los burócratas de las grandes ciudades la destinación de los recursos de las regiones.

Lógica superficial. Ambos, la debilidad institucional en muchos departamentos, que crea las condiciones propicias para la corrupción y la delincuencia organizada, y la solución facilista de dejar el control en Bogotá, que desconoce las necesidades regionales, son un obstáculo para dejar atrás, por fin, el Estado fallido que hizo metástasis en un conflicto armado de más de medio siglo.

¿Cuál es la alternativa? Al menos, por ahora, para el caso de la ciencia y la tecnología: una restructuración del Fondo para que los investigadores no queden “subordinados a los actores políticos” —expresión del contralor Edgardo Maya—, un esquema de gobierno participativo con orientación hacia los méritos. Debe reducirse el papel de la burocracia, local o central, al de una estricta facilitación de los procesos para fomentar la investigación y la innovación en temas claves para las regiones.

El Fondo de Ciencia, Tecnología e Innovación puede asignarse directamente a los investigadores de las universidades colombianas mediante paneles de expertos que incluyen representantes de la academia —seleccionados por sus credenciales investigativas—, líderes sociales y representantes de los gobiernos locales y departamentales. Todos participan. Nadie tiene, sin embargo, suficiente poder para inclinar fácilmente la balanza hacia su agenda individual en caso de que el propósito del bien general no esté en sus principios.

Los recipientes de la financiación serían exclusivamente los investigadores —no contratistas—, aquellos con la mejor trayectoria investigativa y con la capacidad de atraer, por medio de sus proyectos e instituciones, a redes internacionales y a la financiación externa. Siempre se evaluaría, por supuesto, el posible impacto transformador del proyecto de investigación en el bienestar de los habitantes del departamento. Un objetivo claro y un esquema sencillo. No tiene sentido, con tantas necesidades regionales, que no se hayan usado 1,5 billones de pesos.

Deben aprovecharse los retornos de largo plazo de invertir en el conocimiento de nuestro país. Ahora, más que nunca, los investigadores deben contribuir al desarrollo productivo de nuestras regiones. Esto es lo importante. No debemos ceder ni ante el sofisma que sugiere que para enfrentar los problemas del Fondo se deben destinar los recursos a las carreteras ni al que sugiere que la descentralización debe ser minada. Sabemos de sobra que la educación y la investigación son esenciales para el país y ya vimos las consecuencias trágicas de no reconocer que Colombia es un país de regiones.

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