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Tres cartas de los lectores

Cartas de los lectores
19 de noviembre de 2020 - 03:00 a. m.

Sobre el Ejército y un editorial (I)

Como vecino por temporadas de la bahía de Cartagena, he tenido la oportunidad de coincidir allí con pelotones de infantes de la Armada que trotan cantando. Algún canto que oí me pareció inadecuado: “¿Quién nos librará del maldito guerrillero?”. Sé que son cantos inventados por el guía del pelotón, pero reflejan una mentalidad parecida a la denunciada por Adriana Villegas. Mi preocupación es la formación ética de estos servidores públicos. Invito a repensar la diferencia que deben aprender entre poder y autoridad, que acompaña a todas nuestras Fuerzas Armadas y de Policía. Salen a servir ostentando el poder de detener, registrar, abusar... pero sin autoridad respaldada en la razón para servir.

J. G. Vélez

Sobre el Ejército y un editorial (II)

La legitimidad del Ejército y de las Fuerzas Armadas no es algo que se da por decreto, se tiene cuando el comportamiento es ético y ajustado a las leyes. Cuando su fin principal es la seguridad de los ciudadanos (que con los impuestos les pagan). La legitimidad y el honor militar se pierden cuando se hacen alianzas con delincuentes y se cometen crímenes cuyo fin es acabar con otros delincuentes, con el encubrimiento y la solidaridad de cuerpo. En Colombia pasó y sigue pasando. Los patrullajes conjuntos de fuerzas legales con fuerzas ilegales no fueron algo esporádico. Las ayudas en desplazamientos, masacres, informaciones y materiales a los grupos criminales también ocurrieron y no como casos aislados. Así, las mismas Fuerzas diluyeron su legitimidad cada vez que se vincularon al crimen y fueron actores del crimen. Si hay mal nombre no es por capricho ciudadano. Si pierden el respeto de quien les paga —el pueblo colombiano— es porque no se han hecho merecedores de ese respeto. Las Fuerzas Armadas existen porque hay un pueblo que trabaja y produce para pagarles y ese pueblo ha visto el irrespeto hacia los civiles.

C. Díaz

Determinismo y libertad

Después de darle muchas vueltas al asunto, creo que la salida consiste en saber que estamos determinados a ser libres. ¿Cómo se explica esta paradoja? Lo he sintetizado así, sin tanta filosofía, siendo consciente del movimiento de los átomos en nuestra actividad y capacidad de tomar decisiones: la libertad consiste en la ilusión de escoger lo que nos toca.

Jorge Mora Forero

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