Trump vs. Sanders: cuestión de percepción

Luis Carvajal Basto
02 de marzo de 2020 - 05:00 a. m.

La radicalización del electorado, una consecuencia de la polarización promovida por el presidente Donald Trump, puede catapultar en el supermartes que se celebra mañana a Bernie Sanders, un reconocido precandidato de “izquierda”, como su rival demócrata. La percepción sobre lo que ocurre, muchas veces en contravía de una realidad que suponemos objetiva, basada en argumentos, cifras y evidencia científica, será una vez más el factor que decidirá la selección.

Mañana los demócratas elegirán el 34% de sus delegados en elecciones primarias a celebrarse en 16 estados. Lo que allí ocurra, prácticamente, definirá al contendor del presidente Trump. Es tan importante que el precandidato Michael Bloomberg gastó 124 millones de dólares en publicidad solo en esos estados. ¿Vale la pena esperar los resultados?

Las encuestas hasta ahora señalan que Sanders, quien lleva la delantera a nivel general, tiene ventaja en estados significativos como California, con un gran número de electores, mientras un disminuido Joe Biden aún ganaría en otros representativos como Florida (34%), seguido muy de cerca por Bloomberg, exalcalde y también multimillonario, una horma para el zapato de Trump (25%).

Un promedio de encuestas calificado indica que en el voto popular, si las elecciones fueran ahora, casi cualquiera de los precandidatos demócratas podría ganar a Trump: Sanders, 49,7% - 45,3%; Biden, 49,8% - 45,5%; Bloomberg, 48,3% - 45%, y el joven Pete Buttigieg, 47,3% - 45,5%, una ventaja similar a la que obtendría la senadora Warren. Pero vale recordar que no es el voto popular el que elige presidente; el Colegio Electoral escogerá a quien consiga más de 270 votos. Recordemos que en el voto popular ganó la candidata Hillary Clinton en 2016 solo para perder en el Colegio Electoral.

Mientras los demócratas debaten por su candidatura, mostrando cierta dosis de desorden y anarquía, el presidente Trump parece inmunizado con teflón: impertérrito observa y actúa, manteniendo un 46,3% de aprobación, casi cinco puntos arriba de sus cifras en octubre de 2019, evidenciando una tendencia hasta ahora ascendente a medida que se acerca la fecha de la elección en noviembre.

Muchas cosas han ocurrido durante la administración Trump o, mejor dicho, pocas se han mantenido como estaban sin que se afecte su base electoral, que aun en los momentos más complicados apenas se redujo hasta 42%.La guerra comercial con China, la renegociación del TLC con México y Canadá, el veto al Acuerdo de París y su obstinada postura frente al cambio climático no han afectado la percepción de sus simpatizantes, una actitud respaldada por las cifras de la economía y el empleo, reactivados, en realidad, desde las políticas expansivas de la administración Obama.

Capítulo aparte merecen el retorno al proteccionismo y la manera como ha privilegiado su criterio de derechos nacionales sobre los derechos humanos, como se ha observado en el tratamiento de refugiados y migrantes que buscan asilo, recientemente afirmado con el concepto de “carga pública” que impide el ingreso a ese país de personas que por su edad, condición económica o de salud puedan afectar los recursos públicos.

Hasta hace pocos años se consideraba altamente improbable que un candidato declaradamente “socialista”, como Sanders, pudiera lograr la aprobación que hoy lo tiene a punto de conseguir la nominación demócrata. Ello ha sido posible como consecuencia de la polarización, instalada, como en otras partes del mundo, en la política norteamericana. En ese contexto el candidato Biden, quien hace pocos meses era el más opcionado, ha resultado el único damnificado de la demanda contra Trump de la que este fue exonerado por el Senado.

Basados en los antecedentes y en la cultura e historia política norteamericana, muchos afirman que la nominación de Sanders sería lo mejor que le puede ocurrir… a Trump. Unas declaraciones de Sanders afirmando que todo lo ocurrido durante la dictadura en Cuba no puede calificarse como negativo (“Cuando las dictaduras hacen algo bueno hay que reconocerlo”) no le han propiamente ayudado, y si es probable que pueda ganar entre los demócratas no lo es tanto que el electorado de esa nación dé un salto al vacío. “Todo es imposible hasta que sucede”, ripostó Sanders evocando a Mandela. El asunto es que Mandela residía en Suráfrica y no en los Estados Unidos de Trump que lideran la ofensiva proteccionista en la posglobalización. Veremos.

@herejesyluis

 

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