Trump y América Latina

Armando Montenegro
20 de agosto de 2017 - 02:00 a. m.

Las relaciones de Estados Unidos y América Latina se alteraron profundamente con la llegada de Donald Trump al gobierno de Estados Unidos. Sus políticas aislacionistas, su énfasis en la protección, su rechazo a iniciativas de la agenda mundial como la defensa del medio ambiente y los derechos humanos, así como su violenta verborrea están produciendo serios impactos, a veces indeseados por el propio Trump, en esta región.

Comencemos por este último punto. Su torpe amenaza de una intervención militar en Venezuela le dio un respiro inesperado al régimen de Nicolás Maduro, debilitó a la oposición y unificó a grandes grupos de venezolanos y latinoamericanos alrededor del narcodictador, todo lo contrario a lo que, tal vez, quería lograr el inexperto e impulsivo magnate (este fue un acto de una estupidez parecida a la persecución de Alejandro Ordóñez contra Gustavo Petro, quien recibió del procurador un gran impulso a su carrera política en momentos en que fracasaba en la Alcaldía, el mismo que le ha alcanzado para mantenerse en la presente campaña presidencial).

Otro de los efectos de la torpeza de Trump se está dando en México. Después de los repetidos insultos a los mexicanos, las amenazas de construir el muro en la frontera (y obligar a los mexicanos a pagarlo), las injurias contra los inmigrantes de ese país y las advertencias de que va a renegar del acuerdo de libre comercio, se desató una justificada reacción nacionalista en México que catapultó la candidatura presidencial de López Obrador, un candidato populista, quien capitalizó el sentimiento antiyankee y se ha convertido en el líder de las encuestas. López Obrador no ha pasado el “litmus test” del talante democrático de cualquier candidato presidencial: no ha condenado las atrocidades y abusos de Nicolás Maduro (un test que también han reprobado varios aspirantes a la Presidencia de Colombia). Si este candidato llega a ganar las elecciones, Trump se habrá asegurado un vecino hostil en el sur y un gobierno contrario a la modernización de México y a los propios intereses norteamericanos de largo plazo.

Al encerrarse en sus fronteras y alejarse de importantes acuerdos e iniciativas de impacto global, como la lucha contra el cambio climático y la cooperación e integración económica, asuntos del interés de los países de América Latina, Trump está induciendo a sus vecinos del sur para que opten por la búsqueda de otros socios, especialmente en Asia y Europa. De esta forma, Estados Unidos está renunciando al indiscutido liderazgo internacional que ejerció durante décadas después de la Segunda Guerra Mundial. Los observadores insisten en que una de las consecuencias prácticas de las políticas de Trump será la creciente influencia económica y política de China en América Latina.

Aparte de los temas generales que afectan a Colombia, la política norteamericana parece orientada, ahora con mayor énfasis, a exigir que nuestro país reduzca su desbordada producción de cocaína. Si no se obtienen resultados concretos en esta materia, es posible que se dificulte el manejo de los asuntos bilaterales y que el próximo gobierno colombiano sea sometido a mayores presiones. No se descarta, incluso, que la reciente revelación de pruebas de corrupción de políticos y jueces colombianos esté relacionada, así sea indirectamente, con la lucha norteamericana contra las drogas.

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