Un avance importante

Gonzalo Hernández
19 de junio de 2018 - 03:00 a. m.

Iván Duque es el presidente electo de Colombia, luego de ganar el pulso definitivo de la segunda vuelta. Obtuvo el 54 % de los votos, mientras Gustavo Petro llegó al 42 %. Aunque no es el resultado preferido de los vencidos —por supuesto—, es un final de contienda electoral muy positivo para la izquierda, con un avance histórico que condiciona la agenda política de la derecha, y que conmina al nuevo presidente a priorizar su pragmatismo para hacer propias algunas de las propuestas programáticas de la alternativa.

Gustavo Petro, ahora líder natural de la oposición, puede retornar fácilmente a su discurso fuerte de la etapa previa a la primera vuelta electoral. En cambio, por cuenta de la diferencia de la segunda vuelta, no demasiado holgada, se restringen las posibilidades de Iván Duque para abandonar los espacios de centro que conquistó con la aproximación más moderada de las últimas semanas.

Sin reelección presidencial, y sin un amplio margen de acción para intentar cambiar las reglas de juego a la medida —como ha ocurrido en el pasado—, el nuevo presidente tendrá que avanzar en los temas sociales para lograr su gobernabilidad en los cuatro años siguientes. De lo contrario, la izquierda le pasaría una cuenta de cobro rápida que afectaría las posibilidades del Centro Democrático de ganar otra vez las elecciones en 2022.

No hay duda de que el nuevo gobierno respetará sus compromisos ideológicos con sus financiadores y otros grupos que apoyaron la campaña. En ese sentido, sería ingenuo esperar, en materia económica, una reforma fiscal estructural que resalte la progresividad de los impuestos, con un incremento sustancial del gasto público en salud y educación. Pero si el pragmatismo triunfa, Iván Duque podría continuar con una política social parecida a la del presidente Santos que, en un contexto de implementación de la paz, podría darle los retornos políticos sin pagar los costos que ya pagó el presidente saliente.

A Gustavo Petro le faltó destacar mejor en su discurso de concesión ese avance de la izquierda que va mucho más allá de la campaña que protagonizó. Ese error, fruto de la improvisación, no le quita lo logrado: haber puesto en escena con contundencia los temas de la desigualdad, la pobreza, la concentración productiva y el deterioro ambiental, además de los derechos de las minorías que quedan blindados, en alguna medida, por el 42 %. Todos los candidatos terminaron hablando de esos temas. La gente terminó hablando de esos temas. No debería olvidarse que eso fue posible porque el fin de la guerra con las Farc quitó las piedras atravesadas en el camino que trancaban el discurso de la izquierda y lo condenaban antes a la inmediata estigmatización. Estas son las primeras señales de una democracia que se desarrolla en paz.

La izquierda tiene cuatro años para continuar desarrollando una agenda programática sólida, moderna y con sustento técnico, que termine de convencer a la mayoría de los colombianos de que se puede mejorar la distribución del ingreso y la diversificación productiva sin fracturar el equilibrio empresa-Estado-comunidad. El resultado del domingo pasado es un avance muy importante para el país en tiempos de transición. Gracias a ese 42 %, el avance debe ser manejado con responsabilidad tanto por la izquierda como por el ganador.

* Profesor asociado de Economía y director de Investigación de la Pontificia Universidad Javeriana (http://www.javeriana.edu.co/blogs/gonzalohernandez/).

 

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