Un avioncito de regalo

Santiago Gamboa
15 de febrero de 2020 - 05:00 a. m.

El gobierno de Duque, realmente, no da pie con bola. Cada semana se hunde más, ya no sólo por el desprestigio de sus ideas, sino sobre todo por las peleas inútiles. Lo político, político es, y está bien que haya posiciones contrarias. No es otra cosa la democracia. Es comprensible que sus lineamientos de gobierno sean los de la vieja derecha latinoamericana, que beneficia a latifundistas, banqueros y a los ricos de toda la vida, haciendo sangrar a la clase media y destripando a los pobres. También es comprensible que le hagan trampas y “jugaditas” al proceso de paz, pues fue ese discurso el que les devolvió el poder. Todo eso es duro de tragar, pero se comprende. Fue lo que eligió la mayoría de los votantes de esta república feliz.

Pero lo que es absurdo es un asunto como el del avión de la FAC. ¿Qué batalla ganan escondiendo la cara? Parece increíble que ante algo tan evidentemente abusivo sigan diciendo que es lo normal y que doña María Juliana es “austera y responsable”. Lo dice Uribe, quien trajo a Colombia la posverdad y las fake news, y no se le mueve una arruga. Y detrás todos repiten:  Carlos Holmes Trujillo asegurando que es completamente legal que se hagan dos vuelos para el cumpleaños de un niño, y la vicepresidenta diciendo que la primera dama es “austera” y que quienes atacan (atacamos) tenemos “doble moral”. Ellos creen, como el estrambótico Hassan, que con demostrar que el gobierno de Santos hizo algo parecido, o con recordar que algunos periodistas ya montaron en el avión con sus parejas, el problema queda resuelto, pero se les olvida que a quienes deben dar una explicación no es a esos periodistas, probablemente mimados en algún momento, sino a todos los demás colombianos.

Son los 50 millones de habitantes de este país los que se preguntan por qué un presidente y su esposa deciden hacer un cumpleaños lejos de su casa y llevarse a toda la fiesta en aviones oficiales, algo más digno de Pablo Escobar o de un antiguo dictador tropical como Rafael Trujillo, que de un gobernante serio del siglo XXI. ¿Los Duque hacían cosas así antes de tener ese cargo? ¿Eso es austeridad? Sé que la familia presidencial debe volar en esos aviones, por seguridad, pero eso no quiere decir que sean para su esparcimiento ni para cualquier capricho. Lean el Manual de Doctrina Básica de la FAC, apartado 8.8.2.1, Transporte Especial. Al hablar de la familia presidencial, menciona que es para viajes “de alta relevancia para los intereses de la nación”. ¿No sabe Carlos Holmes esto?, ¿no lo sabe la vicepresidenta? Claro que lo saben, pero lo ocultan. Si mañana doña María Juliana se va con sus amigas de compras a Miami en el 002 de la FAC, ¿saldrán a decir lo mismo? Un engaño más, pero inútil. Más bien ganaría Duque pidiendo disculpas, como ya hizo Martín Santos, o mostrándose arrepentido y sacando un cheque para pagar los gastos, como hizo Gaviria. Pero no, estos dan la batallita. Una batallita que es sólo del orgullo, de ese carácter “frentero” de su jefecito Uribe, pero que los llevará a la ruina. Pida disculpas, presidente. Abrace a su legítima esposa y pida disculpas. Los colombianos queremos oírlo decir: “Juro que no volveremos a usar los aviones oficiales para los cumpleaños de nuestros niños”. Y la Historia lo absolverá.

 

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