Un caso lamentable

Felipe Zuleta Lleras
13 de enero de 2019 - 05:00 a. m.

En esta última semana reconfirmé una vez más que Twitter, red social que dejé desde julio de 2017, es definitivamente una cloaca. Lo digo por el caso del doctor Rafael Merchán, un acreditado abogado que decidió acabar con su vida. Rafael fue consejero presidencial anticorrupción en el gobierno del expresidente Santos. En ese cargo conoció tangencialmente el caso de corrupción de Odebrecht.

He sabido por parientes y amigos cercanos que Rafael había tenido algunos episodios depresivos en los últimos años. Para Navidad uno de sus primos lo invitó a pasar el 24 de diciembre. Rafael le dijo que le avisaría. Sin embargo, desde el 22 no volvió a responder al celular. La familia se alarmó, informó a la Policía y en su compañía fueron a la residencia de Rafael. Allí lo encontraron muerto. Desde ese mismo día la familia dijo que no tenía alguna razón para pensar que no fuera una decisión personal (la de haberse quitado la vida).

Sin embargo, muchas personas decidieron, irresponsablemente, que era un homicidio relacionado con Odebrecht. Y trinaron sobre esto con alevosía.

Ahora bien, habría que distinguir entre un ciudadano que tiene una cuenta en Twitter y una periodista que es influyente (conocidos como opinion makers). Estos últimos, en aras de la veracidad, lo mínimo que podrían hacer es averiguar los hechos antes de informarlo. Eso se hace llamando un par de fuentes, no es tan complicado. Pero el afán protagónico desmesurado y la necesidad de alimentar su ego ganando seguidores, hacen que trinen afanosamente.

El caso de Rafael Merchán evidenció una vez más el asco que es Twitter. La irresponsabilidad de algunos y la estupidez de otros.

Lo mínimo que debería pasar es que dejen descansar en paz a Rafael, que respeten el dolor de su familia y amigos cercanos. Pero no, eso no será posible porque de por medio están los odios personales.

Lamentable también que el fiscal general haya tenido que acudir al hecho de difundir el video de Rafael con el tarro de cianuro en sus manos, pues eso hacía parte de su intimidad. Pero claro, y no lo justifico por eso, los irresponsables en Twitter lo han acusado de haber asesinado a los testigos de Odebrecht.

El daño que esta red social le ha hecho a la sociedad es todavía inconmensurable. No solo a la colombiana. Solo basta mirar lo que está pasando en los Estados Unidos para entender el perjuicio que se les está haciendo a los países.

Por supuesto que quienes tienen mayor responsabilidad cuando trinan son los políticos y periodistas que se han vuelto, sin duda, los más irresponsables.

Solo me resta por decir que ojalá el caso de Rafael Merchán les sirva a algunos de esos influenciadores para que reflexionen pausadamente sobre el daño que le infieren a la democracia, al buen nombre y la honra de las personas, al país y sobre todo a la verdad.

Qué bobada decir esto último, si eso no va a pasar y, por el contrario, me van a seguir insultando y amenazando desde esa gran cloaca llamada Twitter.

 

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