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Un Congreso increíble

Cartas de los lectores
31 de diciembre de 2010 - 02:54 a. m.

Es realmente increíble lo que ha ocurrido con el actual Congreso, elegido en buena parte desde la Picota,...

Es realmente increíble lo que ha ocurrido con el actual Congreso, elegido en buena parte desde la Picota, y con legisladores como el senador Irragorri, quien en sus primeras intervenciones intentó aumentar los exorbitantes beneficios pecuniarios de sus colegas, que según cálculos de un acucioso investigador, publicados en El Tiempo, septiembre 19, cuestan la bicoca de 300 mil millones de pesos al año. El país esperaba de ellos lo peor, y ha resultado lo contrario.

Este Congreso, al parecer sin necesidad de la acostumbrada feria de votos, le ha aprobado al presidente Santos, en el corto espacio de dos meses, varias de las principales leyes “bandera” de su programa, y lo más notorio es que esas leyes perjudican en sus intereses a algunos legisladores. Vale la pena transcribir una frase de la revista Semana en su edición N° 1.477, referente al Presidente en su trato con el Legislativo: “Los gobiernos que han intentado pasar proyectos trascendentales en el Congreso, durante los últimos años, se han chocado además con la arraigada cultura clientelista. Los parlamentarios consideran que sus votos se cambian por puestos. Pero el gobierno de Juan Manuel Santos ha mostrado poca disposición para recurrir a ese instrumento, primero, porque no le gusta, no sólo por motivaciones de principios sino por razones pragmáticas. La Secretaría General de la Presidencia, que en otros gobiernos ha manejado el famoso computador que organiza la repartición de cuotas, estará en manos de Juan Carlos Pinzón, que tiene un perfil de gerente y no de político”.

Una prueba inequívoca de que el país está cambiando es la nueva actitud de los legisladores. En época reciente el Congreso era, con pocas y honrosas excepciones, un mercado persa, una feria ganadera, donde todo se adjudicaba al mejor postor. Quizá su cambio de actitud se deba a que la abrumadora corrupción a que han llegado todas las dependencias del Estado plantea la reflexión acerca del acabose de nuestra incipiente democracia.

La corrupción estatal y privada de Cuba en los tiempos de Fulgencio Batista, facilitó a Castro su llegada al poder. Igual sucedió en Venezuela con Chávez. En Colombia, por circunstancias parecidas, su democracia está en peligro.

 Zoilo Guarín. Bucaramanga.

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