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Un debate importante

Mauricio García Villegas
20 de marzo de 2021 - 03:00 a. m.

Esta semana hubo una discusión interesante entre los columnistas Héctor Abad y Sandra Borda que no debería quedar en el olvido envenenado de las discordias personales. Dice Héctor en su columna que después de salir de la librería Merlín, en el centro de Bogotá, donde compró libros de sor Juana Inés de la Cruz y Madame de Staël, dos de sus feministas más admiradas, se encontró con un desfile de mujeres firmes que lanzaban proclamas contra el machismo; “son las herederas de Staël”, se dijo Héctor con ilusión. Pero luego se encontró con otro grupo de mujeres enardecidas que estaban intentando quemar la iglesia colonial de San Francisco y entonces pensó que aquello era inaceptable, que la Iglesia y sus jerarcas tienen derecho a pensar que el aborto es malo y que si queremos convivir en paz necesitamos condenar no solo a los fanáticos religiosos que queman clínicas en las que se practican abortos, sino a las “fanáticas abortistas” que queman iglesias en las que trabajan los curas que promueven la prohibición del aborto.

Sandra Borda, por su parte, molesta por la expresión “fanáticas abortistas”, dice que Héctor desconoce las asimetrías propias de este debate: por un lado, la Iglesia y el Estado, apoltronados en su poder de siempre, y, del otro lado, las mujeres silenciadas y confinadas en sus casas. Ante semejante desequilibrio, critica la postura liberal que consiste en defender las posiciones de todos por igual.

Sandra tiene razón en lo siguiente: 1) lo de “fanáticas abortistas” no es un buen calificativo para este debate, 2) se trata de una pelea desequilibrada que explica la exasperación y la impaciencia de algunas feministas, y 3) el énfasis excesivo de algunos liberales en la defensa del derecho a opinar puede fomentar el relativismo moral y la falta de compromiso con las causas justas.

Pero Héctor no está en desacuerdo con estos puntos, al menos no con los dos últimos. Su columna solo tiene el propósito de criticar la violencia, en ese caso el intento de quema de la iglesia, como parte de la lucha política. Por eso sorprende que Sandra, quizás molesta por el uso de algunas palabras, no se refiera directamente al argumento central que plantea Héctor.

Lo pongo en mis propios términos. En este debate hay dos preguntas relevantes: 1) ¿se justifica quemar una iglesia o una clínica, como medio de lucha política? 2) ¿Conviene esa violencia a los fines del movimiento feminista? Si solo una de estas dos preguntas tiene una respuesta negativa, la crítica a la violencia se justifica.

Sandra Borda, como muchas personas en el movimiento feminista, parece responder afirmativamente a la primera pregunta. En su opinión, ante la fuerza bruta del establecimiento no se les puede pedir a las mujeres que susurren. Héctor no está de acuerdo y piensa que entre el susurro y la gasolina hay muchas alternativas posibles.

Ahora bien, ¿acaso responder afirmativamente a la primera pregunta, sobre la violencia, implica responder de la misma manera a la segunda, sobre la conveniencia? No; en esta última se plantea un asunto empírico de causalidad entre violencia y éxito del movimiento, que es independiente de la valoración moral que uno hace de la violencia. El primero es un dilema moral y el segundo, un problema fáctico.

Yo, por mi parte, respondo negativamente a las dos preguntas. A la primera, por razones morales y a la segunda, por razones prácticas, por eso estoy de acuerdo con Héctor. Pero ambas cosas son debatibles y esta discusión, sobre todo cuando se trata del problema de la conveniencia, la deberíamos adelantar de manera reposada, sin muchos adjetivos, con datos y pensando en el bien de la causa feminista.

 

-(-)20 de marzo de 2021 - 07:11 p. m.
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  • -(-)20 de marzo de 2021 - 07:12 p. m.
    Este comentario fue borrado.
Mar(60274)20 de marzo de 2021 - 07:10 p. m.
El “derecho a pensar que el aborto está mal” no está en cuestión. Cada cual puede pensar lo que quiera y por fortuna nadie controla eso. Pero parte del ordenamiento institucional bajo el cual vivimos nos exige reconocer y otorgarles derechos a las minorías, y por eso que voces en el poder religioso o gubernamental y con inmensa capacidad de control social se alcen en contra de garantizar esos
  • Mar(60274)20 de marzo de 2021 - 07:10 p. m.
    derechos es un gran problema. De nuevo, su opinión no es desprevenida y no está desprovista de impacto sobre los derechos de las mujeres. No es la opinión de “cualquiera”, y el activismo en favor de los derechos de las mujeres tiene que debatirla con fuerza y sin dar tregua."
Mar(60274)20 de marzo de 2021 - 07:05 p. m.
Yo por el contario si estoy totalmente de acuerdo con la columna de Sandra Borda, no es un partido de la iglesia y el Estado contra las mujeres, al contrario como ella dice, esos dos han tenido todo el poder, las mujeres han sido sometidas, humilladas, solo con la lucha a muerte de esas "feministas abortistas" como las llaman despectivamente es que las mujeres han ido conquistando su lugar.
  • Mar(60274)20 de marzo de 2021 - 07:08 p. m.
    Solo recordar la lucha contra El Estado para las mujeres poder sufragar, no fue cualquier cosa, el 8 de Marzo por ejemplo no es un regalito, es una conmemoración del asesinato a esas "feministas abortistas" que luchaban por no ser aplastadas en la victimización y echadas a un lado como ha hecho la iglesia hasta quemándolas vivas, la que quema de una puerta no es nada frente a los abusos de iglesia
Usuario(51538)20 de marzo de 2021 - 05:21 p. m.
Leí ambas columnas, la del señor Abad y la de Sandra, una politóloga a quien admiro, pero me parece que en su rebate a la columna de don Héctor se le fueron las luces a doña Sandrita. Abad Faciolince tiene salidas en falso, pero le asiste razón en lo que expone en su columna. Las señoras "feministas" no pueden emplear la violencia para hacerse oír, lo mismo que algunos despistados manifestantes.
Atenas(06773)20 de marzo de 2021 - 02:08 p. m.
Del fanatismo, con mezcla de puritanismo, nada bueno germina, pues cualq. feminista supone q' hasta en leve mirada, q' no contiene nada, una dosis de dañino machismo porta. Y de tal suerte es hoy su movimiento, q' de rigor enfermizo en extremo visten, o de infantiles zalamerías, q' ofendidas reclaman porq' a sus marchas otras de similar actitud no las cubren.
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