Publicidad

Un Ecuador ambivalente

Francisco Leal Buitrago
04 de marzo de 2015 - 03:41 a. m.

La flexibilidad que tiene la "demomocracia liberal” para aceptar cambios, sin que pierda su adjetivo de “liberal”, proviene de la autonomía de los países una vez agotadas las hegemonías, surgida la multipolaridad y ampliada la globalización. A esta tendencia se acomodaron varios países de la región, incluido Ecuador, lo que pude apreciar en una visita académica a Quito.

La pasada inestabilidad de los gobiernos ecuatorianos contrasta con la permanencia de Rafael Correa en el Ejecutivo, a la que se sumó el rótulo de gobierno de izquierda, con el que ingresó al grupo de países del ALBA, organizado por Hugo Chávez en 2004.

En Correa sobresale su rasgo autoritario y populista, que atraviesa las políticas públicas adscritas a Alianza País, su partido de bolsillo. Pero ese populismo ha beneficiado a numerosos grupos sociales marginados. En el manejo de la economía ecuatoriana ha primado el pragmatismo, que posibilitó reducir la deuda externa y elevar la tributación y sus controles. De ahí que con la caída de los precios del petróleo no habrá efectos negativos importantes, pese a que Ecuador exporta crudo. La presencia del Estado, la inversión pública y el gasto social se han consolidado, en medio de una balanza de pagos sin problemas. La inversión pública ha servido, incluso, para mejorar la que era ya una envidiable red nacional de carreteras.

Correa no reestructuró las instituciones educativas existentes, sino que creó su propio entramado: cuatro grandes universidades de “investigación”, ubicadas en distintas regiones del país. Las demás tendrán que cumplir los estándares fijados con plazo hasta 2017. De lo contrario, serán catalogadas como de “docencia” o de “extensión”, según el caso. Para ello, estas y otras instituciones educativas han recibido ayuda oficial mediante la posibilidad de importar, de manera temporal, profesores de otros países, que se disputan los favores económicos. Incluso, universidades extranjeras bien calificadas han rebajado sus estándares para diseñar programas exclusivos que gradúen de “doctores” a candidatos ecuatorianos en sólo tres años (2017). Flacso —sede Ecuador— es quizá la única universidad que cumple de manera anticipada con los estándares fijados por el Gobierno para ser de “investigación”.

Cabe preguntarse acá si podrá obtenerse un producto consolidado surgido de ese esquema autocrático o si, por el contrario, lo que resulte extenderá sus precarios cimientos al resto de instituciones educativas.

Por otra parte, todo autoritarismo rechaza cualquier crítica. Solamente por presiones externas, la sanción presidencial pecuniaria a El Universal fue rebajada y finalmente “perdonada”. Pero otra suerte corrió el caricaturista Bonil, quien con su ingenio gráfico ridiculizó a Correa. A regañadientes, el presidente ha soportado a algunos columnistas que lo cuestionan. Pero, en cambio, con insultos y amenazas ha enfrentado a activistas de redes sociales. Tratamiento similar han sufrido los indígenas y sus autonomías.

En su ambición de eternizarse en el poder, los populismos y autocracias no se diferencian si son de izquierda o de derecha. Dictaduras y cuasi-dictaduras sustituyeron a las nefastas dictaduras de la Guerra Fría, pero con el disimulo del apoyo electoral que identifica a toda democracia. Y las de izquierda, mediante su base de favorecimiento popular, han logrado prolongarse en el poder.

¿Podrá barajarse, entonces, en un futuro, un nuevo modelo de democracia que no lo carcoma el autoritarismo o la corrupción? ¿Podrá Colombia liberarse algún día de los políticos clientelistas y ladrones e invertir bien su presupuesto?

 

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar