Publicidad

Un nuevo consenso en la política monetaria

Gonzalo Hernández
01 de septiembre de 2020 - 05:01 a. m.

No es ninguna exageración decir que acabamos de entrar a un nuevo consenso macroeconómico mundial como resultado del discurso preciso e inteligente del presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos, Jerome Powell, en el encuentro de Jackson Hole, Wyoming, del pasado 27 de agosto.

Lo más importante, en mi opinión, es que los Estados Unidos tendrán un nuevo marco de política macroeconómica que hace explícito que el principal objetivo de la política monetaria será alcanzar el máximo empleo posible y que, en esa tarea, se disminuye la preocupación por la inflación.

En este consenso, la Reserva Federal permitirá, como parte de su objetivo, años consecutivos de inflación superior al 2%, que compensan años de baja inflación. En términos técnicos, podremos referirnos a este esquema como uno de inflación promedio objetivo flexible, en el que la meta es tener una inflación promedio de 2% para un periodo de varios años –sin definir el periodo previamente–.

Hay elementos de fondo fascinantes en esta posición de la Reserva Federal. El anuncio reconoce la importancia de sintonizar la política monetaria con el nuevo orden mundial, definido por la crisis actual con la peor contracción económica desde la Gran Depresión. Y que la política monetaria en medio de la crisis no es un asunto coyuntural de reducir transitoriamente las tasas de interés, sino de ofrecer un ajuste estructural de política para “navegar la década que viene”. De alguna manera, la Reserva Federal operará con una mayor discrecionalidad a la hora de usar sus instrumentos. Esta discrecionalidad viene de la mano con la responsabilidad de rendir cuentas sobre el objetivo de fomentar una economía con creación de empleo –asunto al que algunos banqueros centrales, como el nuestro, suelen hacerle el quite–.

Esta nueva forma de manejar la política monetaria permite enfrentar mejor los episodios de desaceleración de la inflación –como el actual– y también los de deflación (inflación negativa), que reflejan el enfriamiento de la economía y que limitan, a la vez, la capacidad del banco central para reducir sus tasas de interés con el propósito de activar el aparato productivo y el empleo.

Las nuevas orientaciones no significan, de ninguna manera, dejar desatendido el tema de la estabilidad de los precios. Con su discrecionalidad, seguimiento y monitoreo la Reserva Federal tiene la capacidad de reaccionar si llega a ver que los precios tienden a salirse de control.

A la nueva brújula de política monetaria no llegan con improvisación, como lo recordó Powell en su discurso. Ya se había avanzado en esa dirección con las presidencias de Ben Bernanke y Janet Yellen. Ahora consolidan así el aprendizaje de la política monetaria de reacción frente a la recesión de 2009, política que logró favorecer una etapa histórica de expansión económica y de nuevos puestos de trabajo –hasta el momento en que llegó el embate de la pandemia–. Podríamos decir que, en materia de política monetaria, el 2009 los vacunó para el 2020.

En Colombia debería estar pasando algo parecido. El Banco de la República debería responsabilizarse más en la misión de propiciar una economía generadora de empleo. Que no se diga que, en términos prácticos, siguen los paradigmas de la política monetaria de hace 30 años, mientras el mundo está cambiando y mientras seguimos observando una economía colombiana con saldo de crecimiento mediocre por décadas.

Ph.D. en Economía, University of Massachusetts-Amherst. Profesor asociado de Economía y director de Investigación de la Pontificia Universidad Javeriana (http://www.javeriana.edu.co/blogs/gonzalohernandez/).

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar