Un nuevo despertar político

Aldo Civico
28 de febrero de 2018 - 04:00 a. m.

Algo está cambiando en los Estados Unidos alrededor de las permisivas leyes para comprar y portar armas, las cuales son consideras por la gente sensata como la causa principal del asesinato de tantos inocentes. Este cambio se está dando gracias a un nuevo movimiento social promovido por adolescentes, quienes simplemente piden sentirse seguros en sus escuelas.

El hecho que ha desatado la protesta fue la enésima masacre ocurrida en un colegio en el sur de la Florida. En el día de San Valentín, un exestudiante del instituto Marjory Stoneman Douglas mató con un fusil AR-15 a 17 personas, la gran mayoría estudiantes.

Desafortunadamente, se trata de un evento que en los Estados Unidos se ha vuelto parte del diario vivir. Es suficiente pensar que solo durante este año a lo largo y ancho del país ha habido ocho tiroteos en escuelas. Hoy el 90 % de las escuelas públicas tiene entrenamientos para que estudiantes y profesores sepan qué hacer en caso de un ataque. Esto es lo normal ahora.

Pero la reciente masacre en Florida parece estar finalmente cambiando el debate alrededor de la ley de armas. Fueron los mismos adolescentes sobrevivientes de la masacre quienes, en pocos días, organizaron el poderoso movimiento #NeverAgain (Nunca más), con la finalidad de reformar la ley de armas y convocar una marcha masiva en Washington el próximo 24 de marzo. Los líderes del movimiento, de tan solo 17 y 18 años, con argumentos fuertes y con un dominio impresionante de los medios de comunicación, están poniendo en jaque a gobernadores, congresistas y hasta al mismo presidente Trump.

La impresión es que en los Estados Unidos se ha llegado finalmente a un punto de inflexión. De hecho, hay toda una nueva generación de jóvenes que está profundamente frustrada con el hecho de que durante años los políticos no han tomado ninguna iniciativa para impedir que armas de guerra terminen en las manos de civiles, a pesar de las múltiples masacres que se han dado desde Columbine en 1999. Hay una generación hoy que considera a los políticos cuyas campañas han sido financiada por el lobby de las armas como los instigadores morales de las decenas de muertes inocentes. “Nos fallaron”, repitieron una y otra vez estos jóvenes a los políticos en las manifestaciones de estos días, y juran que harán todo lo que sea necesario para que los políticos financiados por el lobby de las armas no sean elegidos.

Es como si alrededor de los Estados Unidos se estuviera despertando una nueva conciencia política. No se trata de un movimiento de derecha o de izquierda. Estos no son jóvenes casados con una ideología política en particular. Más bien, abogan por necesidades que tienen que ver con la calidad de su vida cotidiana. Quieren una política del sentido común que privilegie al bienestar general. Por eso, estos jóvenes de la Generación Z están demostrando una capacidad de colaboración y de movilización que podría cambiar al escenario político de los Estados Unidos en los próximos años. De hecho, la tienen clara: quieren demostrar que políticos como el presidente Trump o el senador Marco Rubio son gigantes con pies de barro.

 

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