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Un pensamiento bello

Sorayda Peguero Isaac
03 de abril de 2020 - 09:48 p. m.

El coleccionista Jan Krugier escapó de los nazis haciéndose el muerto. Había llorado la desaparición de su hermano en el campo de exterminio de Treblinka, la muerte de su madre cuando era un niño de cinco años y la de su padre, que tuvo la osadía de enfrentarse al ejército del Reich. Después de conocer la cara más oscura de la humanidad, Krugier llegó a la conclusión de que solo en la belleza podía encontrar consuelo. En medio de una pesadilla de la que no salió indemne, cerró los ojos y recordó el consejo de su padre: “Cuando estés desesperado y ya no encuentres salida, piensa en algo bello, en algo noble, y el mundo se volverá a iluminar”. Huyó del holocausto reptando entre cadáveres, acompañado del sonido lejano de la voz de su padre y el recuerdo de una bailarina de Degas. Si Krugier encontró la belleza en un campo de concentración, cuando solo le quedaba una vida atravesada por la grieta de sus grandes pérdidas, uno puede pensar que podría hallarla en cualquier parte. A veces es una fuga de la memoria, el velo que se interpone entre la realidad y los ojos de quien tiene un pie en el umbral del abismo.

 

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