Un piano a cuatro manos

La reconocida pianista bugueña Ruth Marulanda y el reputadísimo médico colombiano residente en Washington Álvaro Puig han grabado un memorable CD con pasillos, bambucos, joropos, guabinas, valses y sanjuaneros que bien podría catalogarse como la selección de música colombiana mejor interpretada en un piano tocado a cuatro manos de todos los tiempos: 20 dedos que magistralmente recorren las 88 teclas del más completo instrumento musical del mundo.

La técnica que se requiere para hacer sonar sin empalagar las cuerdas de este instrumento concebido para solo dos manos exige una total compenetración, un dominio absoluto de la armonía y un respeto supremo de los espacios del teclado para “no pisarse las mangueras” y producir unas melodías que en este caso emocionan el espíritu y los oídos.

Recuerdo el piano de Oriol Rangel acompañando o dejándose acompañar por Jaime Llano González, la esplendidez de Teresita Gómez, la impecabilidad de Blanca Uribe y los arreglos maravillosos del colombo-argentino Juan Carruba, que no tocaba, sino que acariciaba por igual las blancas que las negras de los teclados más esquivos, pero una interpretación a cuatro manos así de sincronizada y exquisita, ¡nunca!

Bajo el nombre de ColomPiano, estos dos artistas han juntado la experiencia, el virtuosismo, la destreza y la devoción para presentar un trabajo que muestra lo más representativo de nuestro folclor musical.

También puede considerarse un homenaje a esta maestra, a quien la nieve de los años no le ha restado la inspiración, que siempre ha sido la impronta de su música y un testimonio para no olvidar los aires de nuestras tierras.

Y como protagonista, el piano que llegó en la época republicana y fue amacizándose con el tiple y la guitarra, pero conservando su carácter único de tocar la melodía y acompañarla al mismo tiempo.

En ColomPiano se pueden escuchar, entre otras, desde El cafetero, Cachipay, La gata golosa y Brisas del Pamplonita, hasta Pueblito viejo, El San Juanero, Bacatá y esa bella danza que compusiera Jaime Llano González el día que conoció a quien fuera su esposa de toda la vida y que intituló: Si te vuelvo a besar.