La Michelada

Un restaurante para amar la vida

Michelle Arévalo Zuleta
12 de septiembre de 2019 - 04:30 p. m.

A veces, cuando menos te lo esperas, una simple salida a comer puede convertirse en un viaje directo al otro lado del mundo. Mi viaje a los jardines japoneses que solo tenían lugar en “los cuentos de los hermanos Grimm”, se materializó hace poco y no solo a través del paladar. 

Como salido de una leyenda japonesa, así es el nuevo restaurante “Viva la vida” en Bogotá. Ubicado en la Cra. 45 #114-44, en el 2do piso del edificio Invention, se encuentra la nueva apuesta de comida japonesa presentada por el Grupo Serata.

Al entrar, debajo de mis pies un camino de flores me indica el camino a mi mesa, Las flores en el piso representan el ritual muy típico de Japón, para cuando pasan personas muy importantes o   emperadores y es que aquí logran hacerte sentirte como tal.

Mi mesa se encuentra justo debajo de uno de los protagonistas del lugar, el gran árbol del cerezo, también conocido como sakura.

Sakura es muy famoso en Japón por el "hanami", la tradición japonesa de observar la belleza de las flores, por lo general se asocia esta palabra al período en que florecen los cerezos y en el que los japoneses acuden en masa a parques y jardines a contemplar sus flores. Un árbol que solo era posible ver entre la Magdalena y el barrio pamplonés de la Txantrea, en la calle Mendigorría, estaba ante mis ojos como un espectáculo que la primavera, generosa, suele ofrecer solo en algunos lugares.

Su floración vestía estas nubes de flores color rosa que convertían el lugar de paso en un espectáculo para quien se encuentra cenando.

El árbol del cerezo no es el único protagonista del lugar pues un buda en piedra que pesa 1.8 toneladas traído directamente de Indonesia es una pieza casi imposible de ignorar, este tiene el gesto del mano llamado el yan mudra, que es un circulo de conocimiento y energía infinito que transmite a los comensales. Otro de los espacios del lugar, evoca el Japón no minimalista llamado El templo, donde la vegetación combina perfecto con la madera y las luces tenues, que dan la bienvenida a un lugar intimo saturado de detalles.

Tras las palabras de bienvenida, Andrés Ortiz, el anfitrión de la noche se encargó de ser el mejor guía por la pequeña Japón que se concentra en Viva la Vida.

En la barra que se asoma a la entrada del lugar, se veía con un kimono blanco a el chef con estrella Michelin Félix Jiménez, se le ve preparando el Menú llamado “Omakase”​

Félix Jiménez, cuenta con una larga trayectoria en la restauración, formación especializada con el maestro de sushi Yoshikawa Takamasa y una gran sensibilidad por la cultura nipona.​

Nacido en Alfaro (La Rioja), Félix Jiménez cuenta con KIRO, (camino de regreso), en Logroño. KIRO, es un restaurante que con solo diez comensales por servicio y la elaboración del sushi frente al cliente, tiene lista de espera de meses para poder asistir.

Fue gracias a la paciencia de Jairo Palacios de esperar en lista y disfrutar de este restaurante en España, que conoció y convenció a Jiménez de que, en Colombia, teníamos el escenario ideal para contar con su presencia e impulsar así a Bogotá como un destino gastronómico, tema que al final es una de las metas de este empresario y amante de la comida.

Todo en Viva la Vida como en Japón es un ritual, así que la preparación antes de comer empieza con la marcación del tercer ojo que me permite liberar sensaciones extrasensoriales, que me dejan lista para disfrutar el menú, todo esto, seguido del ritual con el cuenco tibetano que, al ser tocado, logra alinear mis chacras.

Llegó el momento esperado y ahí Félix dio paso a la ceremonia de un menú de los denominados omakase, en los que el chef determina su extensión y contenido. Con la ayuda de largos cuchillos comenzó a cortar finas lascas.

De entrada, una mano de porcelana abierta contenía un niguiri de atún, al probarlo entiendes porque el purismo por el que es conocido Jiménez tiene tanto sentido, pues aquí la tradición, el origen del sushi, sin fusionar como es en Japón. Después del cuarto niguiri y las pupilas gustativas dilatadas de placer, recibimos en la mesa el agua de la vida, una botella con un con un cuarzo adentro. Todas las aguas están aquí están cargadas energéticamente, lapislázuli que va para el tema de prosperidad y negocio, el rosa que va enfocado al amor y la amatista que va enfocado a aliviar el estrés a través de su carga positiva.

Después de cargarme de amor, pasé a enamorarme de unos langostinos con lechee que van perfecto con un ramen muy tradicional de cerdo. El reto de la noche era no llenar mi estómago hasta derretirme con el sushi y sin duda confirmé porque es una de mis comidas favoritas, pues al probar un primer maki de salmón cubierto con quínoa, me fui sumergiendo en un gran rollo culinario. El siguiente maki, venia cubierta de guacamole y en la superficie una crispeta bañada en oro comestible que valía claramente su sabor en oro. Para terminar, un maki con anguila bañando en teriyaki y panela cerraban mi cena japonesa ideal, pero esta no podía terminar sin un sake, del carrito de sakes donde te ofrecen que “sake el que quiera”.

La mixología del lugar, está a cargo Alejandro Jiménez, actual mejor bartdender del país, todos los cocteles aquí tienen un ritual.

Antes de que “Viva la vida” fuera un restaurante, era una galería y tal y como hacen los japonenses, sus dueños mostraron respeto por el pasado y decidieron conservar algo de esta galería en dos de las paredes del restaurante, aquí mensualmente varían las obras y mientras comes puedes ver a artistas haciendo su performance y comprar estas mismas obras que van muy bien con la música.

Sin duda experiencias como esta ponen a jugar todos los sentidos, nos montan en un viaje a través del estómago y nos llevan a otra cultura a través de rituales que normalmente o nunca realizamos en nuestra cotidianidad. Sin embargo, más allá de vivir una nueva experiencia, espacios como este, potencializan a Colombia y a Bogotá como un destino gastronómico importante a nivel mundial, objetivo que tienen muy claro sus creadores y que sin duda traen importantes ingresos a nuestro país y permite darnos a conocer en aspectos tan positivos como este.

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