Itinerario

Un silencio

Diana Castro Benetti
25 de marzo de 2017 - 03:00 a. m.

El silencio no es fe. El silencio es incertidumbre y certeza, lo insondable y la magnificencia. El silencio es la belleza del rayo de sol. El silencio son los atisbos del ser.

Pero hay silencios mundanos y cojos que son el mutismo del dolor, de la exclusión o la incapacidad. Silencio tieso, silencio vengativo, silencio de miedo, silencios que sólo pueden ser gritos de dudas y heridas abiertas de quienes ya ni voz pueden tener. Estos son los silencios de lo infame que no debería ser callado. Silencios incómodos. Silencios del mundo.

Y hay otros silencios que ni son forzados ni son retorcidos. Son vivencia de un no sé, de un punto o del cosmos. A veces, del vacío y el amor. Es la experiencia de lo único, de lo infinito, de los colores, de los sonidos todos. Silencio lejos de las ideologías, los fanatismos o los dogmas. ¿De quién puede ser el silencio?

El silencio es una evidencia que no tiene espacio, no tiene tiempo, no busca y tampoco encuentra. Se instala en lo profundo de una célula y desvanece las veleidades del mundo. El silencio, si nace, no avisa ni interrumpe. Es silencio. No tiene caminos. Invade.

El silencio es y si hay pensamientos dejó de ser, si hay alegría dejó de ser, si hay movimiento dejó de ser. El silencio no puede ser aquel dios o aquel otro, una idea o la otra, una técnica o la otra. El silencio no opina. El silencio es experiencia íntima y profunda. ¿Qué más puede ser el silencio sino sus huellas que nos caminan? Al silencio hay que venerarlo sin idolatrías, buscarlo sin hostigar, caminarlo sin trajinar. El silencio es posible. Es confianza infinita y un peregrinaje herético. El silencio no es la cueva, ni el santo, ni la cárcel. Tampoco la imagen, la oración o la secta. Nunca será la comunidad o una relajación de domingo.

El silencio profundo viene de los ríos con sus flores y los vientos con sus rumores. El silencio es interior. Un espacio curvo. El silencio es delicadeza que irrumpe para ser eso que somos. No hay nada que creer, nada que imaginar, nada que hacer, nada pendiente. Silencio. Dentro. Quietud. Ahora. Entre un ruido y otro ruido, siempre fue primero el silencio, un misterio y el secreto del misterio.

otro.itinerario@gmail.com

 

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