Una crisis revelada

Tatiana Acevedo Guerrero
10 de febrero de 2019 - 05:00 a. m.

Hace algunos días una estudiante me recordó que los ríos siempre han tenido voz. No sólo porque aparecen, con un rol espiritual, en rituales de distintas creencias, sino también porque protagonizan poesías, leyendas y tantas canciones. Hace dos décadas, el músico Jairo Varela conversó con el río de su niñez. “Ancho y caudaloso pasas. Lento en tu viaje retratas el dolor que injusto llevas, poco a poco hasta el mar. Y pensar que todo quieres como yo y cambiarlo todo quieres sé también. Un día sales, mi Atrato, sin querer te sorprendí cauteloso en un recodo, tristes tus aguas vi”.

La voz del río se oye quizá más fuerte en momentos de creciente, corrientes, subienda o sequía. Cuando el caudal del Cauca se hizo menor, como el de un arroyo, los habitantes ribereños dijeron que el río había muerto. El proyecto hidroeléctrico más grande de Colombia, Hidroituango, creó el desastre después de que las medidas de emergencia redujeran el flujo de agua de una estación seca normal de 450 o 500 metros cúbicos por segundo a solo 35, según la autoridad de monitoreo climático Ideam. Aguas abajo del embalse, el entierro simbólico se realizó con un ataúd negro y cuatro velas que fueron ubicadas sobre la arena y las piedras, en “lo que era el fondo del río”. Hubo quienes guardaron silencio en honor a la abundancia recibida en el pasado, otros llevaron una cinta amarilla que simbolizó la esperanza por la futura recuperación del río. Cerca de 100 personas acudieron al velorio organizado en Caucasia.

Entendidos y expertos no tardaron en explicarnos que no es científico hablar de la mentada muerte (o asesinato) del cuerpo de agua. Sin embargo, el río no sólo es el cauce y abarca una miríada de relaciones entre personas, plantas, minerales, saberes, peces y otros animales a través de la cuenca. En Puerto Valdivia uno de los directivos comunitarios explicó que lo que está en juego es “nuestro ecosistema donde hay muchas fuentes de trabajo, donde hay muchas especies”, y declaró estar hastiado de “esta destrucción que se ha venido viendo”. “Nos quitaron lo poco que teníamos, nos quitaron la paz y nos trajeron preocupaciones”, le dijo un pescador a la prensa, “la mayoría de los pescadores están sin trabajo, no tenemos nada que podamos hacer”.

Al amanecer de piedras y peces muertos le anteceden otros en que estas poblaciones de campesinos, pescadores y barequeros han visto sus cotidianidades interrumpidas desde que la obra estaba en planes, a veces de forma irreversible. Hace poco menos de un año, en mayo de 2018, cientos de familias barequeras llegaron a municipios como Sabanalarga tras la creciente del río Cauca por cuenta de la emergencia generada en la obra. Cuando problemas en el embalse ocasionaron el represamiento del río, el cauce se elevó bruscamente al paso por Toledo, Liborina, Buriticá, Briceño, Peque, Ituango y Sabanalarga. Además de comités de barequeros, y grupos de pescadores, campesinos, estudiantes y defensores ambientales, hubo también activistas de derechos humanos que alertaron sobre la posibilidad de que bajo las aguas de la represa quedaran los cuerpos de personas declaradas como desaparecidas, arrojadas al río Cauca durante el conflicto entre los frentes 18 y 36 de las Farc, el bloque paramilitar Mineros y el ejército.

En los años 90, la profesora Jacqueline S. Solway estudió una sequía en el centro de Botsuana, al sur de África, y concluyó que el periodo de aridez extrema constituyó una “crisis reveladora”. Es decir, Puso en evidencia las grandes contradicciones en la cotidianidad nacional, que habían estado latentes (o contenidas) antes de la sequía. La metáfora sirve para ver cómo las emergencias del río Cauca, desbordado o ido e inexistente, ponen de relieve los quiebres de nuestra propia rutina nacional. Contradicciones estructurales alrededor de la propiedad de la tierra individual y comunal, de las visiones estatales y las realidades de poblaciones rurales, de la autonomía de las poblaciones rurales y los planes desde la ciudad. Alrededor de la producción para el mercado y la producción para la subsistencia. Contradicciones a la hora de hablar de energías distintas o transiciones energéticas. La terquedad de Hidroituango, con sus gobernadores, gerentes y presidentes, saca también al descubierto una cierta certeza construida por décadas de que, pase lo que pase, el proyecto se va a llevar a cabo.

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