Una década de transformaciones: conocimiento y sostenibilidad

Dolly Montoya Castaño
18 de enero de 2020 - 00:00 a. m.

Los días en que renovamos nuestros calendarios se convierten en la oportunidad para definir los objetivos y trazar las metas que nos proponemos alcanzar. Con el nuevo año asistimos también al inicio de una nueva década y, en consecuencia, debemos consolidar planes de acción ambiciosos para nuestras vidas, nuestra familia y nuestra sociedad. Hoy quiero referirme, en especial, a la ruta que debemos asumir como país de cara al logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030 (ODS).

Los ODS, definidos en el seno de la Organización de Naciones Unidas, nos convocan a edificar una perspectiva de desarrollo basada en un equilibrio sostenible entre lo social, lo económico y lo ambiental. Este equilibrio se expresa en el logro de los 17 objetivos propuestos por la ONU: fin de la pobreza, erradicación del hambre, salud y bienestar, igualdad de género, producción y consumo responsables, son solo algunos de ellos.

Con la premisa de pensar de manera global y actuar de manera local, cobra especial relevancia el reciente informe que la Misión de Sabios entregó al Gobierno Nacional y a los colombianos, informe que contiene la que podría ser nuestra hoja de ruta como país para sumar y contribuir al logro de los ODS en el 2030. El informe de la Misión parte del reconocimiento de tres condiciones concretas a las que asistimos en las primeras décadas del presente siglo: a) El progreso acelerado de las tecnologías, de la información y de las comunicaciones. b) La emergencia climática y medioambiental. c) La presión creciente por redefinir las formas de participación y organización de nuestra sociedad.

La Misión de Sabios propone que estas condiciones, que en sí mismas representan desafíos y oportunidades, sean abordadas como tres grandes retos, así formulados: a) Colombia Bio-diversa, hacer de nuestro patrimonio cultural y natural, al tiempo que lo promovemos y preservamos, las ventajas comparativas para el desarrollo de la bioeconomía y economías creativas. b) Colombia productiva y sostenible, economías circulares con máximo aprovechamiento de recursos y menor impacto ambiental, mediante la aplicación y desarrollo de encadenamientos productivos y de servicios, con alto contenido tecnológico. c) Colombia equitativa, crecimiento económico enfocado a mejorar las condiciones de vida de la población garantizando un desarrollo humano sostenible e inclusivo.

Estos retos deben convertirse en objetivos comunes con los que el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación oriente y movilice el sistema nacional de innovación, haciendo confluir los esfuerzos del sector público y privado. Universidades y centros de investigación, instituciones de regulación y fomento del Estado, sectores productivos y comunidades organizadas, trabajando en conjunto, interactuando a nivel local, regional y nacional, podrán apalancar las innovaciones científicas, técnicas, tecnológicas y humanas que hagan más competitivo, más equitativo y más sostenible a nuestro país.

La clave para alcanzar las innovaciones deseadas es sin duda la generación de conocimiento. La Misión de Sabios, reconociendo el papel transformador de la educación en las sociedades, propone medidas tales como aumentar progresivamente los recursos provenientes de regalías que el país dedica al fomento de la ciencia, la tecnología y la innovación, con atención en todos los niveles, pasando del 10% al 25% de dichos recursos para lograr con ello la universalización del acceso y el aumento de la calidad en la educación inicial, básica y media. Las universidades que, son guardianas de la investigación básica, las humanidades, la democracia y la libertad deben continuar ampliando la frontera del conocimiento.

Estoy segura que el carácter transformador de la educación amerita que también esta se transforme para que se haga contemporánea y pertinente, para hacer que los tiempos, las metodologías y pedagogías emergentes sean funcionales al propósito fundamental de formar desde el ser, seres humanos con aptitudes y actitudes cognitivas y ciudadanas.

En este sentido, asumiendo que las profesiones se transformarán y algunas hasta desaparecerán en el corto y mediano plazo, desde las universidades debemos fortalecer los núcleos disciplinares junto con las competencias adquiridas en estudios generales, con currículos abiertos y flexibles. La relación maestro-estudiante debe ser resignificada, pasando de una relación de jerarquía a una relación de co-creación en donde la experiencia de vida del estudiante se encuentra con el profesor como representante de la comunidad. De esta manera, en una relación dialógica, van juntos haciendo crisis lo conocido hasta lograr una nueva interpretación del conocimiento acumulado por la humanidad para crear. Considero que esto, junto a un ambiente cada vez más armónico entre educación, investigación, arte, ciencia y tecnología nos llevará a valorar el conocimiento como fuente de riqueza, convirtiéndolo en parte de nuestra vida cotidiana.

Conscientes de que los ODS, así como el informe de la Misión de Sabios nos plantean enormes retos, al tiempo que impostergables transformaciones en cómo nos relacionamos entre nosotros y nosotros con el planeta, se hace urgente que aunemos esfuerzos ahora para que en 2030, habiendo hecho del conocimiento la clave para un desarrollo sostenible, nosotros y las generaciones venideras podamos disfrutar del bienestar social, del beneficio económico, de vivir en paz en las comunidades y con la naturaleza a escala local, regional y planetaria.

* Rectora, Universidad Nacional de Colombia.

@DollyMontoyaUN

 

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