Una decisión responsable

Columnista invitado EE
11 de mayo de 2015 - 12:15 a. m.

La decisión del presidente Santos de suspender las aspersiones con glifosato es valiente, responsable y basada en la evidencia.

A pesar de las fuertes presiones del gobierno de EE.UU. y de algunos sectores en Colombia, el presidente se inclinó por la evidencia científica que existe sobre la muy baja efectividad de esta estrategia para disminuir los cultivos ilícitos y sus altos costos directos y colaterales, y no por posturas ideológicas preconcebidas que no resisten la más mínima prueba.
 
Las evaluaciones de impacto que existen sobre la efectividad de las aspersiones (más de cinco trabajos diferentes), muestran que la efectividad de esta estrategia es muy baja. Las estimaciones indican que por cada hectárea asperjada, los cultivos ilícitos se reducen en aproximadamente 0,035 hectáreas, con lo cual, para eliminar una hectárea mediante la estrategia de aspersión hay que fumigar cerca de 30 hectáreas, con un costo medio por hectárea reducida cercano a los US$72.000.
 
Con una efectividad tan baja y unos costos tan altos es difícil argumentar que las aspersiones con glifosato les quitan combustible a los criminales. Las verdaderas rentas del narcotráfico no están en el eslabón de los cultivos de coca, sino en etapas posteriores, como el procesamiento final de la cocaína (en los cristalizaderos) y en el tráfico. Es en estos eslabones donde deberían enfocarse las políticas antidrogas.
 
Por otro lado, existen trabajos en Colombia (diferentes al recientemente publicado por la Organización Mundial de la Salud y sobre el cual el Minsalud basó su recomendación) que muestran que la exposición al herbicida utilizado en las aspersiones de cultivos ilícitos tiene un impacto causal significativo sobre enfermedades dermatológicas y respiratorias y aumenta la probabilidad de pérdidas no deseadas de embarazos (abortos que, se supone, tanto preocupan al procurador Alejandro Ordóñez).
 
Con esta evidencia era insostenible seguir con las aspersiones. Santos ha sido un vocero a nivel regional y mundial de la necesidad de construir una política de drogas basada en la evidencia y no en la ideología. Con esta decisión, que nada tiene que ver con hacerle una concesión a las Farc, el presidente está tomando la decisión correcta. Las políticas antidrogas deben ser juzgadas por resultados y no por intenciones. Ya hay suficiente evidencia sobre la bajísima efectividad de las aspersiones y sus altos costos.

 

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