El arte y la cultura

Una gran fiesta musical

Manuel Drezner
22 de abril de 2019 - 02:00 a. m.

Es increíble la afición musical bogotana que se vio reflejada en la nutrida asistencia al medio centenar de conciertos del Festival de Música de Bogotá que tuvo lugar durante la Semana Santa. Los melófilos bogotanos (además de muchos visitantes que vinieron por acá especialmente para el festival) se dieron un baño musical increíble con mucha gente que asistió a conciertos que comenzaban en la mañana y se iban a lo largo de la noche. Esa concentración centrada en obras de cuatro románticos germanos, Schubert, Brahms y los dos Schumann, el obvio Roberto pero además su esposa Clara, cuya música también formó parte del evento.

Si uno fuera a señalar lo más interesante, quizás esto sería el recital donde se presentaron dúos, tríos y los valses de amor, ya que aunque no se trata de música trascendental sí es algo que en mi larga vida de ir a conciertos nunca había oído. Igualmente es justo destacar la intervención del cuarteto colombiano Q-Art, que impresionó con sus excelentes versiones de música de Schubert. Hay que destacar igualmente un concierto del ala juvenil de la Filarmónica, donde se mostraron transcripciones de compositores de la llamada Segunda Escuela Vienesa de la obra de los compositores homenajeados. Fue una novedad interesante para la ciudad la transcripción para piano y orquesta que hizo Liszt de la Fantasía del vagabundo, de Schubert, que poco se programa hoy día.

Un punto alto del festival fue la interpretación de los dos conciertos para piano de Brahms por Stephen Hough, una de las grandes figuras del teclado de nuestros días. Hay que mencionar igualmente la versión por varios cantantes de los principales ciclos de lieder de Schubert y de Schumann. Quienes creemos que entre los primeros hay obras maestras que bien se pueden comparar a lo grande de Beethoven, Mozart o Monteverdi, que es mucho decir, entenderán el entusiasmo por esos momentos únicos.

En un festival de esa magnitud, donde, como se dijo, la cálida y multitudinaria respuesta del público y la alta calidad del repertorio presentado con obras maestras por un lado y música no frecuentemente oída, por el otro, es difícil hacer comentario individual de los conciertos. Baste con decir que fue una gran fiesta musical, que convierte al festival bogotano en un evento internacional de gran importancia.

Lástima que haya que esperar dos años para el próximo festival, que parece que estará dedicado a compositores barrocos, porque un evento cultural de esta magnitud merece ser más frecuente.

 

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