Una muerte sí tiene que ser noticia

Columna del lector
24 de septiembre de 2018 - 05:00 a. m.

Por Norvey Echeverry Orozco

Treinta y ocho años nomás. Barba, gafas, tatuajes y piel trigueña. Deportista —apasionado por el trail, había corrido en, solo por mencionar algunos lugares, Chicamocha, Nevados, San Félix— y profesor de periodismo de la Universidad de Antioquia, encargado del sistema digital del periódico universitario De la Urbe. “Me sacrifiqué a mis sueños con pasión”, frase que algún día expresó Juan Camilo Arboleda, posteada por Raúl Hernando Osorio, también profesor de periodismo de la Universidad de Antioquia, en su muro de Facebook.

Aquellos que lo conocieron de joven tienen una imagen de un metalero que utilizaba botas, cabello largo y camisas negras. Ayudando a editar, de manera asombrosa, documentales radiales de Rafael Orozco.

Llegó a la meta en los hombros de dos hombres. La foto circuló en el periódico El Colombiano del pasado lunes. Los testigos que lo vieron el domingo afirmaron que se desplomó mientras esperaba la atención médica, atención que se demoró varios minutos, porque en la meta no había ni un solo paramédico. ¡Ni uno! Eternos minutos, quizás cinco o seis, tardó en aparecer la ambulancia… Los necesarios para salvar una vida, la de Juan. Otros atletas vieron cruzar una ambulancia en sentido contrario, esquivando a los otros corredores, ¡poniéndolos ante el riesgo de que les ocurriera lo mismo que, escasos minutos antes, había sucedido con el atleta keniano Joseph Kiprono: una embestida de un automóvil!

Un resumen de lo que pasó aquella mañana. En la noche, Federico Gutiérrez, alcalde de Medellín, publicó en su Facebook, en dos renglones, que lamentaba la muerte de Juan. También expresó: “La muerte no debe ser noticia en estos eventos deportivos, justamente cuando corremos es por la vida”. ¡Es una muerte, Federico, por favor! No podés restarle importancia. No podés ser tan inhumano y decir que la muerte no debe ser noticia, ¡claro que lo tiene que ser! Porque se demuestra la falta de logística en un evento en donde estaban corriendo 15.000 personas. (No voy a mencionar de nuevo al atleta atropellado, ese tema da para otra columna en donde se puede hablar de cómo a muchos ciudadanos les importan un carajo, sea por desconocimiento o rebeldía, las normas que rigen en nuestro país).

¿Hasta cuándo los temas tienen que ser noticia para que el Estado actúe y entienda que falta más logística, organización y planeación, que falta su presencia en muchos territorios? No solo se evidencia cuando pasa algo como lo sucedido en la Media Maratón de Medellín, también cuando hay una catástrofe que involucra a muchas vidas humanas.

En el cruce de la avenida 33, por ejemplo, a un lado de la estación Exposiciones del Metro, solo estaba presente un guarda de tráfico, tratando de contener a los conductores de carros, motos y bicicletas, con sus furias, sus pitidos, sus afanes, que se querían cruzar entre los corredores.

Federico Gutiérrez terminó su publicación poniendo sus tiempos de carrera. Faltó poner, Fico, que ibas a adelantar una investigación para dar con los responsables de lo sucedido. Y así, con el paso de las horas, se fue cayendo la máscara de un evento que pintaba con todas las normas de seguridad para sus asistentes.

Lo que pasó da para una investigación. No puede seguir primando el dinero de particulares antes que la buena organización, la seguridad, la calidad y el bienestar de quienes participan en eventos de tales magnitudes.

En memoria de Juan Camilo, quien ha dejado un enorme vacío en los corazones y pasillos de la Universidad de Antioquia. Un abrazo solidario a sus amigos y familiares.

@Norveyorozco

También le puede interesar: "Crisis liberal: defender las libertades o unirse a Iván Duque"

 

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar