Una peste del siglo XXI

Juan Carlos Gómez
26 de marzo de 2018 - 02:00 a. m.

Lo más insólito del escándalo de Facebook y Cambridge Analytica que estalló la semana pasada es que apenas ahora muchos se sorprendan de lo que sucedió. Hace años respetados académicos, como Eli Pariser (El filtro burbuja, 2011), habían advertido de lo que iba a pasar bajo la dictadura de los algoritmos. Simplemente sucedió lo que describió Marshal McLuhan, citado por Pariser: “Damos forma a nuestras herramientas, luego ellas nos dan forma a nosotros”.

A pesar de los serios cuestionamientos que ya lo acechaban, hace un año Mark Zuckerberg presentó al mundo el manifiesto que prometía que los 2.000 millones de amigos serían más felices gracias a la comunidad global de Facebook. La semana pasada el genio de Harvard —entre la inocencia y el cinismo— tuvo que reconocer por fin que su red social era una coladera de abuso a la privacidad.

Durante siglos, la humanidad fue devastada por la peste y otras patologías que hoy están bajo control gracias a elementales medidas de higiene personal y de salud pública, a los antibióticos y a la penicilina.

La desinformación y el despojo de la privacidad en internet —la peste de la primera parte de este siglo XXI— podrían ser vencidas, como lo anticipan algunos científicos sociales, si se rediseña eso que llaman el ecosistema digital. Internet está en su edad temprana, ni siquiera ha cumplido 25 años de vida pública. Apenas se está decantado su impacto, tal vez el más severo en los últimos 200 años de cambios tecnológicos.

La mayoría de sus usuarios están en la infancia-adolescencia digital y tienen muy poca conciencia del daño irreparable que ellos mismos se pueden causar feriando alegremente su privacidad y creyendo desaforadamente en contenidos basura.

También hay que advertir que las instituciones y las leyes que gobiernan las redes globales se quedaron en el pasado y lamentablemente ni siquiera se avizora el diseño de un nuevo marco normativo para la realidad digital que nos abruma.

Ahora bien, no hay que exagerar el poder de las redes sociales. Como lo observa con razón Ross Douthat, en la fatal elección de Trump influyeron más El aprendiz y el canal de cable Fox News.

@jcgomez_j

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