Una reunión para no olvidar

Las consecuencias de hacer un diálogo para alcanzar la paz y la convivencia en cualquier sociedad son, precisamente, que los antiguos rivales o nuevos ciudadanos puedan reunirse de forma libre y sin misterios de ninguna índole. Eso fue precisamente lo ocurrido el 2 de septiembre en el norte de Bogotá en la residencia del exministro Juan Fernando Cristo. En su condición de anfitrión ofreció una reunión para conversar con senadores, exguerrilleros y el expresidente y premio Nobel de Paz, Juan Manuel Santos. Hasta aquí, todo normal. Para otros este fue un evento anormal. Es decir, esta invitación reñía con la realidad que aún perciben algunos colombianos y no podía ocurrir porque los comensales, según algunos intérpretes, habían participado en las conversaciones de paz y de facto fueron categorizados como una especie de conspiradores.

La posibilidad de aterrizar los efectos de las negociaciones de La Habana requiere de muchos ajustes. Lo dijo el propio Santos cuando confirmó que esta no era la primera ni la última vez que se reunirían con estos y otros validadores del proceso, para poder consolidar una esquiva armonía nacional. Dos días después, en entrevista con la cadena Blu Radio, el exmandatario reconoció que su legado era lograr que las víctimas del conflicto en Colombia conocieran la verdad por muy dura que fuera y ese era el motivo de hablar con Timochenko, antiguo comandante de las Farc, los senadores Carlos Lozada y Pablo Catatumbo, hoy miembros del parlamento, antiguos compañeros de la misma guerrilla, y negociadores de las conversaciones en Cuba y el parlamentario de oposición Iván Cepeda. ¿Con quién más hablar para poder avanzar en la búsqueda de esa esquiva verdad?

El exalcalde Antanas Mockus dio un paso valioso en ese sentido en 2015 cuando reconoció: “Soy culpable sobre todo por omisión. Además, les guardé… secretos y recursos” el excandidato presidencial hablaba de las Farc. En este país sí hay gente con ganas de conocer y ayudar a encontrar la veracidad de lo ocurrido en los 60 años de conflicto armado. Por algo el viernes 4 de septiembre, dos días después de la accidentada cena, la exsenadora Piedad Córdoba escribió un tuiter expresando: “Señor premio Nobel Juan Manuel Santos, exministro Cristo, senador Cepeda, señores Timochenko y Carlos Lozada, ya que se están reuniendo para avanzar en la verdad, sería muy bueno que la encontrarán sobre el asesinato del Dr. Álvaro Gómez Hurtado”. Dos personas y dos acontecimientos evidencian que hay interés en saber los hechos reales, sin esguinces ni engaños. Esa tertulia debe servir para que podamos reconducir una vida republicana manchada por la consuetudinaria costumbre de evitar contar de forma fidedigna lo ocurrido con tanta violencia.

En reciente debate sobre la extradición de Salvatore Mancuso, otro actor clave en esta media docena de violencias colombianas, el exfiscal general, Alfonso Gómez Méndez, decía en un escrito: “Si no podemos afrontar esa verdad, solo estaremos transmitiéndoles a las nuevas generaciones un país de mentira”. La idea de reunirse para poder reencauzar los procedimientos de la JEP tiene mucho valor en el sentido de agilizar los resultados de ese tribunal. La presión de amigos y enemigos de la paz debe servir para encaminar secuelas y no para dilatarlas. El propio presidente Iván Duque habla de reparación efectiva de las víctimas. Tener como vértice a los más afectados de las guerras pasadas, puede servir como vía de encuentro para poder lograr uno de los objetivos esenciales del actual jefe de Estado: “el gran reto que tenemos en Colombia es, por un lado, gobernar para la construcción de ese futuro, pero al mismo tiempo tratar de corregir muchos problemas que han envejecido mal desde el pasado”, le dijo a la periodista Diana Calderón en su reciente libro Iván Duque: De frente y a fondo. Impedir el olvido de lo ocurrido es uno de esos añejos.

Definitivamente una reunión para no olvidar.

@pedroviverost