La Michelada

Una verdadera relación sostenible

Michelle Arévalo Zuleta
31 de mayo de 2018 - 08:21 p. m.

Quiero que todos sepan de  esta una relación fuerte y duradera, una que se riega a diario y crece en abundancia,  una que en la que sí puede reciclar a un ex y es  incapaz de romper algún corazón,  y  no es ficción, esta relación es real y  es la que puede tener con sus muebles, y no se sienta superficial porque ahora hasta algunos de ellos están vivos.

Imagine despertar un día y que de su jardín brotara una silla, una mesa o una lámpara, pues, aunque parezca sacado de Jumanji, esta idea no está muy alejada de la realidad. Si bien es claro que la plata no crece en los árboles, para un diseñador de interiores en el Reino unido  esto si es posible, gracias a su idea de hacer que de los árboles nazcan los muebles que vende. Gavin Munro patentó su idea de plantar sauces que durante el crecimiento se van guiando con moldes y varillas metálicas que van dando la forma deseada, gracias a esto, el impacto sobre la naturaleza es mucho menor que el de cualquier mueble tradicional, pues los moldes se vuelven a utilizar y esta especie de árbol es de rápido crecimiento, por lo que no genera una deforestación de grandes áreas. Cuando el árbol da fruto, es decir nace un mueble, este es lijado y pintado con pintura hecha de ingredientes naturales y está listo para ser vendido, por US$4.000 a  los exclusivos compradores por internet.

 Mi intercambio de correos con Gavin me dejó muy emocionada, no solo por tener uno de sus muebles, sino por encontrar propuestas innovadoras y sostenibles con  sello colombiano y en la búsqueda di con varias propuestas similares,  pero únicas  que valen la pena no solo recomendar, sino adoptar.

Pablo Fog (www.pablofog,com) diseñador bogotano, es el responsable de plantar esta iniciativa en Bogotá,  este ingeniero industrial buscando un acercamiento más humano  al desarrollo y uso de sus productos, ideó una línea viva de muebles  llamada Vitae la cual está  inspirada en la palma de cera del Quindío, Vitae está compuesta de contenedores para diferentes especies en tres escalas y de la silla viva, donde me fue  inevitable no querer sentarme, tocarla e intentar imaginar cómo fue hecha. Como todo lo vivo requiere cuidado y atención para que se mantenga, una silla de Pablo, puede costar 1,200 mil pesos y se hace sobre pedido,  sin duda más que darle vida a la casa, ayuda al medio ambiente.

Un colectivo de arquitectos y diseñadores bogotanos @LaPráctica comprometidos con  la gestación de proyectos auto-sostenibles, diseñaron un puff de pasto, una pieza viva llamada Yota, este mueble está compuesto por materiales biodegradables e insumos orgánicos como semillas, costales de fibra vegetal, tierra y arena,  Su tamaño es  sin duda es pequeño pero el impacto positivo sobre el medio ambiente es bastante grande ya que con el tiempo se desintegran sin convertirse en un desperdicio nocivo. Yota, es como yo lo veo una mueble mascota, que aunque no ha empezado a producir en masa, es la ruta hacia la masificación del mobiliario sostenible. 

Ahora vamos a la raíz del problema y es que si bien los muebles vivos no es una tendencia masiva todavía, si plantan la semilla de la duda en los usuarios que están considerando no solo tener uno, sino en los empresarios y diseñadores que a la hora de elaborar muebles, están considerando cambiar sus materiales y procesos tradicionales, por unos que generan un impacto mínimo y son sostenibles a largo plazo.

 Por eso no todo en la industria de mobiliario sostenible está vivo, la demanda de uso de productos respetuosos con el medio ambiente es cada vez mayor como como consecuencia del despertar de conciencia de la gente  y cada vez más personas se preocupan por buscar alternativas a la economía lineal basada en producir, usar y tirar, volcándose a la economía circular en donde el objetivo es convertir los residuos en materias primas, y re introducirlos en el ciclo,  para  tener claro el impacto ambiental real de cada producto.

Un ejemplo es  Alexandra Posada quien me abrió las puertas de su casa para que me convenciera de que si es posible hacer una casa soñada con materiales que alguien antes pensó era basura. En Choachí no está la casa de papel, pero si la de llantas que también cuenta con varios seguidores, su creadora no es arquitecta pero sí extremadamente creativa y con paciencia y esmero, empezó a recolectar llantas de las calles y lugares donde están solo contaminaban y con alrededor de 10 mil llantas, ella con ayuda de su padre y su pareja empezó un sueño que hoy es una realidad. Cuando digo que es una mansión, no es solo por su tamaño, sino porque posee todos los lujos que yo no espere encontrar, tinas, piscina y hasta casa de huéspedes, cada detalle aquí tiene materiales como botellas, madera que fue desechada y obviamente llantas. Es realmente una inspiración y un deleite arquitectónico.

Reconocer la necesidad, es la principal condición para el diseño, decía Charles  Eames,  pero reconocer las necesidades del medio ambiente es la principal condición para que los humanos podemos seguir viviendo, es solo cuestión de cambiar pequeñas cosas de nuestra cotidianidad, para cambiar grandes cosas en el mundo.

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