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Unas elecciones inciertas

Arlene B. Tickner
03 de septiembre de 2008 - 03:00 a. m.

Durante diez días las elecciones presidenciales en Estados Unidos han estado envueltas en un torbellino caracterizado por una rápida sucesión de decisiones y hechos políticos trascendentes.

La noticia de que Barack Obama había seleccionado al veterano Senador Joe Biden como su fórmula vicepresidencial fue acompañada por el inicio de la Convención demócrata, el desfile de sus estrellas, entre ellos Hillary y Bill Clinton, y el histórico discurso de Obama ante 80.000 espectadores.

Al día siguiente, y antes de poder asimilar el impacto de estos sucesos, John McCain anunció que había seleccionado a la joven e inexperta gobernadora de Alaska, Sarah Palin, como su candidata a vicepresidente. Mientras los medios y el mundo político comenzaban a debatir las ventajas y peligros de esta decisión, el huracán ‘Gustav’ se interpuso entre los planes republicanos, desviando la atención nuevamente, y transformando el rumbo de la Convención republicana.  Si bien el nombramiento “bomba” de Palin les quitó protagonismo a la Convención demócrata y a Obama, ‘Gustav’ se encargó de robárselo nuevamente a McCain y su partido.

Aunque la turbulencia actual hace difícil medir el estado de la contienda electoral, plantea algunos retos inmediatos para los dos candidatos.  Las principales metas de Obama al llegar a la Convención eran cuatro: aterrizar su discurso acerca del cambio; responder a las críticas de McCain sobre su inexperiencia; mostrarse menos “exótico” ante el electorado; y asegurar el voto de quienes apoyaron a Hillary en las primarias.

Aunque las primeras tres fueron superadas, el nombramiento de Palin reactivó los sentimientos de decepción de que Clinton no hubiera sido considerada para la Vicepresidencia. Así, además de seguir peleando por los votos de ésta –tanto de las mujeres como de la clase trabajadora blanca– Obama enfrenta el problema de cómo cuestionar las escasas credenciales de Palin sin desconocer el significado histórico de su selección.

McCain confronta el difícil dilema de convencer a los votantes de que su elección no constituiría la continuación de las políticas fallidas de George Bush, a pesar de compartir todas las posiciones neurálgicas del Presidente. El huracán ‘Gustav’ le permitió abrir la Convención republicana sin tener que rendir homenaje a Bush, pero al mismo tiempo trajo los recuerdos de Katrina, uno de los peores ejemplos de ineptitud e indiferencia republicana en la historia estadounidense reciente. De allí que McCain mostrara su capacidad de solidarizarse con las víctimas.

Aunque la selección de Palin fue una decisión audaz, plantea muchos interrogantes. Su falta de experiencia hace difícil seguir invocando el lema central de la campaña contra Obama –“no está listo”– al tiempo que exige demostrar que la suya sí es suficiente. Y su búsqueda simultánea del voto femenino indeciso y el apoyo evangélico –dos sectores opuestos en temas como el aborto y el porte de armas– no será fácil. Habrá que esperar que termine la Convención republicana para evaluar qué tanto impacto ha tenido cada uno sobre lo que sigue siendo una contienda muy reñida.

Profesora Titular. Departamento de Ciencia Política, Universidad de los Andes.

 

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