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Universidad y educación

Julián López de Mesa Samudio
13 de junio de 2009 - 02:01 a. m.

SE ESCONDE EL PENSAMIENTO EN nuestros días.

Resulta oneroso dar a conocer lo que se piensa con toda claridad e interpretar lo que otros piensan. En un mar de opiniones diversas que chocan sin cesar, se anulan sus posibles efectos, trayendo como indeseable resultado una sociedad sin tramas discernibles. El pensar ha caído en descrédito y pareciera que tan sólo valen opiniones manidas, lugares comunes, caminos transitados de lo políticamente correcto: ermitas de quienes no quieren reflexionar, porque, con patente paralogismo, concluyen que de ello –de pensar– no se obtiene provecho. Resulta, entonces, una basta corografía que no avala matices ni sutiles digresiones sobre el paisaje nacional; puesto que se presume que las pesadas formas de lo ya sabido agotan toda interpretación y comprenden todo su significado.

En un esfuerzo por disipar esta nube de incertidumbre, cuatro espectadores —que no periodistas— pretendemos valernos del efecto de refracción, que siempre otorga un hálito de luz y de sombra, a hechos y circunstancias que yacen ignorados por obnubilarlos el destello de luz de los sucesos que se juzgan primordiales, en un afán por asir la actualidad. Los elementos minúsculos que componen todas las sociedades, por el contrario, forman atmósferas que las abarcan y las moldean a un tiempo. Tan discretas que muchas veces no sabemos y no podemos percibirlas, pero que ora fomentan y permiten u ora constriñen e imposibilitan. Tales atmósferas, con sus elementos constituyentes, pueden y deben ser objeto de análisis para comprender la morfología de ese entorno que le da una impronta férrea —aunque no por ello evidente—, que signa destinos colectivos. En consecuencia, nos proponemos servir de tábano a quienes obstinadamente se regodean en el marasmo, a quienes se deleitan en la desidia y a quienes, con indolencia, navegan sin rumbo, a la deriva.

Con el ánimo de evitar comentarios más o menos afortunados sobre la noticia del día, con el propósito de no caer en la crónica judicial, para evadir cierta tendencia de corte panfletario nos hemos reunido cuatro diletantes que alternaremos (y en ocasiones compartiremos) esta plataforma para trabajar acompasadamente en el ejercicio de avistamiento y de interpretación de aquello que nos atañe, aunque ya no pueda conmover a muchos o apenas a alguno. Así, antes de llegar cada columna a sus lectores, todas —o casi todas— habrán sido objeto de acalorada tertulia. No obstante, amable lector, aunque nos justifiquen los medios, pedimos indulgencia para los resultados.

Hoy comienza, pues, a construirse esta atalaya desde la cual otearemos el panorama y los destinos de nuestra Colombia. Somos cuatro, pero confiamos en que, con el correr de los sábados y de las columnas, a nuestro coloquio acudirán más voces; y hablamos de quienes se adhieran a nuestros pareceres y de quienes no, pues tanto hacen a una causa quienes la fa
vorecen, como sus más enconados detractores.

* Enrique Serrano, Lorenzo Acosta, Julián López de Mesa, Juan David Zuloaga

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