Universidades: más allá de la acreditación

Cartas de los lectores
15 de agosto de 2018 - 05:00 a. m.

Cuando el sector de la educación superior colombiana entró en la onda de la acreditación de programas e institucional, se generó todo un proceso de superación de las circunstancias del momento; muchas lograron, a partir de esas exigencias de las entidades del Estado, una posibilidad de mejorar y alcanzar un mejor estatus en las diferentes regiones del país. Hoy, la gran mayoría de las instituciones universitarias han asumido que la autoevaluación debe ser permanente.

Sin embargo, si esos procesos de acreditación se quedan en el mero mecanismo que a veces se traduce en un cumplimiento exagerado de documentos –convertidos en evidencias- que no reflejan la realidad de la calidad que busca la institución, o por lo menos, lo que se le promete a la sociedad en las misiones y visiones, la acreditación se torna en una desacreditación por si sola.

Por eso resulta especialmente importante que el Ministerio de Educación haya producido un documento “para construir una educación superior inclusiva, con perspectiva de género y diversidad sexual” para eliminar el acoso sexual y la violencia de género en las universidades del país.

Es imposible seguir soñando con profesionales que se porten como ciudadanos éticos y transparentes si la violencia se genera al interior de la universidad.

No debe olvidarse que el estudiante universitario pasa en la institución un período entre cinco y seis años, tiempo en el que muchos, pero, sobre todo, muchas universitarias se ven abocadas a sortear situaciones incómodas cuando se cruzan en sus caminos directivos y docentes indecentes, morbosos y chantajistas que se aprovechan de su vulnerabilidad económica para sacar provecho personal.

Alguna vez le escuché a una chica egresada: “tuve que hacerlo, de lo contrario no me graduaba”. Triste realidad difícil de cuantificar.

La investigación adelantada por la Escuela de Estudios de Género de la Universidad Nacional ha dado luces para que se legisle en tal sentido y la mujer universitaria del siglo XXI pueda denunciar sin perder sus posibilidades de continuar sus estudios.

Es urgente que se divulgue la cartilla con deberes y obligaciones de las universidades con relación al acoso laboral y/o sexual, como elementos vital para denunciar sin miedo. Y sobre todo, que la cumplan.

Ana María Córdoba Barahona. Pasto.

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