Universo

José Fernando Isaza
09 de marzo de 2017 - 02:00 a. m.

El cosmos es maravilloso, la mayor parte está desprovista de materia, un kilómetro cúbico solo contiene unos pocos átomos de hidrógeno. Las estrellas y los planetas son anomalías en ese vacío. Con el avance de los telescopios, la radioastronomía y los satélites de observación se puede saber cómo eran las galaxias hace miles de millones años. Aún no existe tecnología que permita visitar a la estrella más cercana.

Los cohetes que llevan robots a planetas y cometas del sistema solar son lanzados a velocidades del orden de 11,5 km/seg, suficiente para escapar del campo gravitatorio terrestre. A esa velocidad tardarían 18 años en llegar a objetos cercanos a Plutón. Para aumentar la velocidad se utiliza la gravedad de otros planetas lanzando la sonda hacia el planeta y desviándolo, esta maniobra llamada “cauchera” permite aumentar la velocidad a 20 km/seg. Para aumentar la velocidad digamos a 30 km/seg habría que llevar 12 veces más combustible.

La limitación es la velocidad de salida de los gases del cohete. Poco se ha avanzado desde el año 1940, cuando Von Brown diseñó los cohetes V-2 que bombardeaban a Londres. La velocidad de salida del combustible ha aumentado de 2,5 a 5 km/seg.

El sistema planetario Trappist-1 se compone de una estrella más pequeña que el Sol, una enana roja —su tamaño comparada con la del Sol es similar al de una uva comparada con una naranja—. Alrededor de esta estrella orbitan siete planetas, tres de ellos en la zona habitable que tiene temperaturas que permiten la existencia de agua líquida. Su tamaño es similar al de la Tierra, los períodos de traslación están entre 1,5 y 20 días, creciendo a medida que están más alejados del Sol, años muy cortos comparados con los 365,24 días de la Tierra.

Trappist-1 está, en términos astronómicos, muy cerca de nuestro planeta, a solo 40 años luz. Suponiendo que se lance un cohete desde la Tierra y que se pueda aprovechar el efecto “cauchera” de tres planetas, para lograr velocidades de 40 km/seg, tardaría 300.000 mil años en llegar.

Recientemente, Scientific American describe un futuro proyecto para enviar un microprocesador del tamaño de una simcard a la estrella Alfa Centauro, la más cercana a la Tierra, a 4,5 años luz. El chip iría instalado en una especie de cometa, se transportaría a 300 km de la Tierra para evitar los efectos atmosféricos. En la superficie terrestre, en un área de un km² se dispondría de miles de generadores de rayos láser que se sincronizarían para formar un potente haz dirigido hacia el soporte del chip, el haz de láser puede impulsarlo a una velocidad mitad de la de la luz. Esto permitiría que el dispositivo orbitara la estrella Alfa Centauro en nueve años después de lanzado. De todas formas, la información tardaría 13,5 años en total desde el lanzamiento.

Esta idea, aunque técnicamente desarrollable, se enfrenta con problemas tales como el efecto que causarían en la atmósfera los miles de haces de rayos láser concentrados en un pequeño espacio: ¿ionizarían las capas atmosféricas? ¿Se crearían partículas radioactivas? Además se requiere de un delicado diseño para que el chip y su soporte se orienten en la dirección correcta, no puede modificarse el rumbo.

Son interesantes las preguntas que plantea el proyecto y los desarrollos científicos y tecnológicos que conlleva, así no se haga realidad.

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