Uruguay: corrupción, ni grande ni pequeña

Beatriz Miranda
12 de septiembre de 2017 - 03:00 a. m.

El sábado 9 de septiembre, el  vicepresidente de Uruguay, Raúl Sendic, confirmó en  su cuenta de twitter su renuncia: “Presenté ante el Plenario del FA mi renuncia indeclinable a la vicepresidencia. Se lo comuniqué también al presidente Tabaré Vázquez”. Su renuncia demuestra las fisuras al interior del Frente Amplio y evidencia  el tablero de  ajedrez que empieza a conformarse para las elecciones de 2019.

Hace más de un año, las investigaciones en contra de  Raúl  Sendic rondan alrededor de utilización de la tarjeta corporativa de la mayor  estatal del país, la petrolera ANCAP, en gastos personales dentro y fuera de Uruguay, sin jamás rendir cuentas o presentar comprobantes de pago. Además, lo acusan de haber concedido un falso dato acerca de su formación académica, un supuesto  título de  Licenciado en  Genética Humana, logrado en  Cuba, en sus años de exilio. Su renuncia fue conllevada por presiones por parte de la oposición y de segmentos conservadores de su partido, lo que él  ha calificado de persecución. 

La renuncia de Raúl Sendic, no es cualquier cosa. Atañe a figuras emblemáticas de Uruguay, pues su papá  fue Raúl Sendic Antonaccio, el “Bebe”,  legendario líder de la guerrilla de los Tupamaro en los años setentas y pone en riesgo una carrera política de éxito: Diputado entre 2000 y 2005, ministro de Industria, Energía y Minería (2009-2010), y vicepresidente y presidente de la mayor empresa estatal uruguaya, la petrolera (Ancap) y vice presidencia desde 2015.

La Constitución Uruguaya prevé que en caso de renuncia del vicepresidente, debe asumir el cargo el senador más votado, lo que correspondería al senador José Mujica. No obstante, como no ha transcurrido un período presidencial completo, la propia constitución lo impide. Por este motivo, asumirá Lucía Topolansky, la senadora que le sigue, coincidentemente su esposa y compañera de militancia.

En su segunda administración Tabaré Vázquez ya no tiene la unanimidad que caracterizó su primer mandato. En cierto sentido, debido a  las rupturas al interior del Frente Amplio, la compleja relación con la oposición  y la situación económica doméstica y regional. No se puede olvidar que Brasil, Argentina y Venezuela, países que atraviesan fuertes crisis,   son importante socios comerciales de Uruguay.

Las acusaciones en contra de Sendic y su renuencia en salir del gobierno,  daba  indicios de una crisis política en Uruguay,  pero la llegada de Topolansky a la vice presidencia  trae esperanzas de una mejor articulación con el Congreso y, con seguridad, incrementará el poder de influencia correctiva del ex Presidente Mujica en el gobierno.

El desenlace de esta crisis política,  es más un mensaje de Uruguay al Mercosur: corrupción, ni grande ni pequeña. Ojalá lo siguieran en la región como un ejemplo de juego limpio en la política y de fortalecimiento de la democracia.       

Profesora Universidad Externado de Colombia

 

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