Vanguardia versus Serpa: ¡qué pelea tan arrecha!

Jorge Gómez Pinilla
15 de julio de 2015 - 04:33 a. m.

No se puede negar que el aval del Partido Liberal a Didier Tavera para la gobernación de Santander coge mal parado a Horacio Serpa, tanto por los cuestionamientos que le hacen al origen narco del padre del candidato como por su anterior militancia en Convergencia Ciudadana.

A sabiendas de que puedo estar equivocado, quisiera hacer de abogado del diablo en busca de una explicación a tan sorpresivo aval, pues de no hallarla me vería en un atolladero que al final solo tendría una puerta, la de salida.

Lo más impactante de esta crisis fue la renuncia a las toldas rojas del presidente de Vanguardia Liberal, Alejandro Galvis, acompañada de estas duras palabras: “Definitivamente a Horacio Serpa le entró la demencia senil, vive en la etapa de lo absurdo, ni que no existieran otros santandereanos liberales, líderes, decentes y de trayectoria regional”. ¿Y quién se lo decía? Nada menos que un copartidario suyo y amigo de la infancia…

Es obvio que sí existen esos liberales “decentes y de trayectoria regional”, y son los que encarnan el voto de opinión que aseguraría un triunfo limpio en las urnas. Pero el voto de opinión representa una inmensa minoría frente al voto de maquinaria, esa es la realidad desnuda. Y no estamos hablando de cualquier maquinaria, sino de una muy poderosa donde padre e hijo Aguilar (gobernador y exgobernador) juegan en esta campaña al ‘divide y reinarás’ con sendos candidatos, Holger Díaz y Carlos Fernando Sánchez, en busca de neutralizar a cualquier eventual contrincante y juntarse de nuevo cuando las circunstancias lo ameriten.

Es aquí donde veo a Serpa aplicando el refrán “para mordedura de perro, pelos del mismo perro”. Mejor dicho, no lo veo viviendo “en la etapa de lo absurdo” sino en la de lo dolorosamente pragmático. Un pragmatismo que le indicaría que es con Tavera con quien el Partido Liberal puede recuperar la gobernación, pues los cálculos políticos y las encuestas así lo demuestran. De modo que uno se pregunta si lo pertinente es rasgarse las vestiduras… o entender en su justa dimensión que el departamento está hoy en manos de los ‘nuevos ricos’ de la política, y la retoma del poder para fines más altruistas podría estar ligada al ‘sacrificio’ de aliarse hasta con el diablo. Sacrificio que le arrojaría importantes réditos políticos a Serpa, por supuesto, pero es que de eso está hecha la política, y lo importante es que esos réditos se inviertan en forma correcta.

¿Que Serpa le vendió el alma al diablo? Hombre, pues, suena duro, pero… en fin. También dicen que de buenas intenciones está empedrado el camino hacia el infierno, y buenas son las intenciones que porta Alejandro Galvis cuando sus cabellos arranca en agonía, pero no son suficientes para garantizar que algún día podamos desprendernos del influjo que hoy una sola familia –con entronque también paterno en la ilegalidad- ejerce sobre las bravas tierras de Santander.

Y si de entronques familiares se ha de hablar, es pertinente a colación un artículo de La Silla Vacía donde cuenta que el exministro de Salud Virgilio Galvis, hermano de Alejandro, “ha sido uno de los puentes más importantes de la clase empresarial con los Aguilar”, tanto que el anterior secretario de Salud de Santander, Juan José Rey, cuota suya, fue nombrado por Richard Aguilar. (Ver artículo) Según esa publicación, “Galvis ha buscado monopolizar la red pública de salud, en lo que ha perdido pulsos grandes. Por ejemplo, montó un proyecto para construir un hospital en el sur del área metropolitana de Bucaramanga y le pidió al entonces gobernador Horacio Serpa que cerrara los hospitales de la zona. Como el gobernador se negó, le armó pelea”.

Tampoco se puede olvidar que por muy liberal que se muestre en su nombre, Vanguardia apoyó en sus ocho años el gobierno de Álvaro Uribe, que no se distinguió precisamente por el respeto a los Derechos Humanos o por su lucha contra la corrupción.

Otro aspecto llamativo en esta bronca política es la carta que Horacio Serpa le envió al director de ese medio, de la que es justo citar esto: "Vanguardia Liberal (…) no tiene ningún derecho a cuestionar mis tareas partidistas porque considera que obré mal al no estar de acuerdo con sus creencias o con sus impresiones sobre el tema tratado. En las próximas elecciones medio millón de santandereanos van a demostrar que soy yo el que tiene la razón”. Y para no dejar duda de lo ‘arrecho’ que estaba, sentenció en tono de vibrato: “¡Lo juro!”.

Con esto último Serpa se muestra una vez más cogiendo al toro por los cuernos antes que doblegando la cerviz, pero es muy alto el riesgo que asume, pues con Tavera puso toda la carne en el asador y donde él pierda, de inmediato le recordarán el juramento que hizo… Ahora bien, si fuera Didier quien conquistara la gobernación, Serpa asumiría por extensión la responsabilidad de demostrar que el pasado ‘convergente’ de su pupilo quedó atrás y que hará una buena administración, pues sería el único modo de reivindicarse frente a lo que en la coyuntura actual es juzgado como una simple movida electorera.

Lo recomendable, de todos modos, es que ante este eventual triunfo ‘liberal’ se dieran las condiciones para dejar atrás las heridas de la batalla a descampado que hoy libran Alejandro Galvis y Horacio Serpa, y se logre un acercamiento que permita renovar los lazos de una amistad que viene desde un par de pupitres vecinos en el mismo salón de clases del colegio Santander.

DE REMATE: En columna del 6 de julio el exministro Alfonso Gómez Méndez apoyó a Viviane Morales por su decisión de apartarse de la codirección del liberalismo debido a ciertos avales con los que estuvo en desacuerdo. Pero cuando en La W le preguntaron a Gómez si por eso va a renunciar al Partido Liberal, respondió que no, que se queda para dar la pelea. Eso según Rudolf Hommes es “una actitud necesaria para inducir el cambio desde adentro”. Como quien dice, que la ropa sucia se lava en casa.

En Twitter: @Jorgomezpinilla
Jorge Gómez Pinilla

 

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