Hablemos claro

VAR (1)

Iván Mejía Álvarez
22 de junio de 2018 - 02:00 a. m.

Con el VAR no se puede ser extremista. Es válido posar de medias tintas para juzgar lo que ha ido la utilización del polémico sistema de control arbitral en su estreno mundialista. El VAR no es blanco, tampoco negro, el VAR es gris.

Presentado pomposamente por la Fifa como el método con el cual se acabarían las injusticias en el fútbol, el sistema ha combinado buenas con malas, acertando totalmente en algunos casos y errando notablemente en otros.

Ver el penal sobre Griezmann, en el estreno de Francia contra Australia, invalidar la jugada de gol de Irán frente a España, determinar las penas máximas a favor de Perú y de Suecia que los árbitros no habían visto en primera instancia, pueden incluirse en el catálogo de decisiones acertadas que ha tenido el VAR.

No observar el tremendo manotazo de Costa sobre Pepe en el juego España–Portugal, que terminó en gol español, no ser consultado en dos penales sobre Harry Kane en el estreno de Inglaterra, no avisar del empujón sobre Miranda que terminó en gol de Suiza, no observar el clarísimo penal que le cometieron a Gabriel Jesús en el mismo partido, pasar por alto la tremenda falta sobre Pavón en el juego Argentina–Islandia, son algunos de los casos. El VAR no ha cumplido con su misión.

Unas veces si, otras no, es decir el VAR es terriblemente selectivo y la selectividad en la justicia es tremendamente peligrosa por inequitativa. Eso no es justicia, por lo tanto el sistema no cumple totalmente las expectativas.

Ahora, la selectividad es como la objetividad en el periodismo, depende del cristal con que se mire y de quien la aplique o la cumpla. El VAR resultó a la postre tan humano como quienes juzgan en su cabina las jugadas en las que debiera llamarse la atención del árbitro para determinar la legalidad de la acción. El VAR es un recurso tecnológico aplicado por humanos y por ende susceptible a fallos, erróneas interpretaciones y variables conceptos.

Diera la impresión que, en esta primera semana de juzgamiento tecnológico, los parámetros no estaban suficientemente claros. Por ejemplo, queda la gran duda sobre por qué el juez no puede demostrar que es humano y tiene dudas y pedir a motu proprio el VAR en jugadas donde quedó colgado, lejos del alcance de su visión, y termina siendo víctima del criterio de los de la cabina. También resulta peligroso que, en algunos fallos, la jugada continúe al punto que puede desembocar en acción de gol en el arco contrario a donde se cometió la supuesta falta objeto del VAR y tarden tanto en pedir el sistema de video arbitraje.

Unas de cal, otras de arena. Tiene que mejorar, es susceptible de limitarse o ampliarse, es un experimento y hasta ahora, con sus fallos, es mejor que lo que había.

 

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