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La tarea de velar por la democracia a pesar de la pandemia

Columnista invitado EE: Adriana Gutiérrez Cancino*
20 de julio de 2020 - 03:04 p. m.

Durante las últimas semanas, hemos escrito y leído en múltiples medios y plataformas sobre la amenaza que la crisis originada por la pandemia representa para la democracia; que la democracia no puede estar en cuarentena; y que la democracia es el instrumento más efectivo para alcanzar la recuperación económica y social. A la luz de quienes defendemos la democracia como el mejor sistema político para lograr el desarrollo integral de los pueblos, mantener la paz y proteger los derechos humanos, estas afirmaciones son más que ciertas. Sin embargo, la defensa de la democracia y sus instituciones no es una tarea fácil, y en algunas ocasiones implica importantes sacrificios y grandes desafíos.

Las democracias liberales modernas, como lo sostiene Francis Fukuyama, combinan tres elementos básicos: el Estado, el Estado de derecho y la responsabilidad democrática. La calidad de un sistema democrático se refleja en el balance adecuado de estos tres elementos, usualmente alcanzado a través de la realización de elecciones libres, justas, periódicas, competitivas y transparentes. En ese sentido y con el propósito de apoyar a los Estados en la consecución de este balance, desde 1962 la Organización de los Estados Americanos (OEA) ha desplegado más de 258 Misiones de Observación Electoral (MOE/OEA) en 28 países miembros.

De esta manera y manteniendo el compromiso de velar por el sostenimiento de las instituciones democráticas y la legitimidad institucional en los procesos políticos, la OEA, a pesar de la crisis originada por la pandemia, ha continuado con su labor de observar los procesos electorales a lo largo de la región. Tarea que ha traído consigo una serie de desafíos y situaciones complejas que sólo pueden realmente entenderse al estar en el campo, enfrentándose de manera directa a los riesgos que significa llevar a cabo elecciones en medio de la pandemia del COVID-19.

El 21 de mayo de 2020 la OEA desplegó su primera MOE en tiempos de pandemia. Un equipo de diez funcionarios de la Organización nos desplazamos a Surinam para observar las elecciones generales del 25 de mayo. Dadas las restricciones a la movilidad y el cierre de fronteras en varios países del hemisferio, la MOE desarrolló una metodología combinada de trabajo remoto y presencial, y una vez en el terreno implementó las recomendaciones sanitarias y de distanciamiento físico necesarias para proteger la salud de todos sus integrantes y de los ciudadanos surinameses.

Al despliegue de la Misión, las autoridades sanitarias del país reportaban solo un caso activo por COVID-19, de un total de 11 registrados desde el inicio de la pandemia. Si bien existía un bajo número de casos, tanto las autoridades electorales como la Misión tomaron las medidas necesarias para evitar el contagio por el nuevo coronavirus.

A la llegada a Paramaribo todo el equipo de la MOE se realizó pruebas para detectar la presencia del virus, cuyos resultados fueron negativos. Días después, antes de finalizar la Misión, se nos realizó una nueva prueba y los resultados se mantuvieron igual. Sin embargo y a pesar de los esfuerzos, fue imposible no exponerse a la realidad que representa el virus SARS-CoV-2 que causa la enfermedad COVID-19. Surinam empezó a registrar un aumento en el número de casos y con ello aumentó también el riesgo de contagio.

El equipo de la MOE regresó a casa sin ningún positivo entre sus integrantes, las elecciones en Surinam se llevaron a cabo con una participación de 71,6 %, y a pesar de algunas complicaciones durante el proceso de escrutinio, 21 días después de la elección los resultados oficiales fueron anunciados. No obstante, el país entró en cuarentena obligatoria dado el incremento exponencial en el número de casos positivos de COVID-19, que para mediados del mes de julio alcanzaba más de 900.

El pasado 5 de julio, la República Dominicana realizó elecciones generales para Presidente, Senado y diputaciones, y la OEA también estuvo presente. Si bien se mantuvo la metodología combinada de trabajo remoto y presencial, en esta ocasión el Departamento para la Cooperación y Observación Electoral (DECO/OEA) logró reunir a un equipo de más de 50 observadores extranjeros residentes en República Dominicana.

Al despliegue de la Misión, el número de casos positivos (activos) de COVID-19 era significativamente alto (14.241), a pesar de que el país había cerrado sus fronteras y el Gobierno había decretado cuarentena obligatoria por varias semanas.

Como parte de los protocolos de seguridad sanitaria, una vez más, todos los miembros de la MOE que viajamos desde la sede de la OEA en Washington, DC nos realizamos la prueba para detectar el coronavirus antes de partir. Los resultados fueron negativos. Así mismo, se realizaron pruebas de detección a todos los observadores y al equipo de apoyo de la MOE en República Dominicana, varios de los cuales fueron positivos.

Es así cuando la tarea de velar por la democracia empieza a complicarse bajo un contexto de pandemia e incertidumbre en el que todos estamos en riesgo. Lamentablemente, y a pesar de haber tomado las más estrictas medidas de prevención, uno de los miembros del equipo que viajó desde Washington resultó contagiado estando en República Dominicana. Esta situación impactó todas las actividades de la MOE y fueron necesarias medidas extraordinarias para poder continuar con el desarrollo de la Misión y las actividades programadas.

Solo cuando se vive de manera directa es posible darse cuenta de que el enemigo invisible al que nos enfrentamos en la actualidad es más complejo de lo que se imagina. No saber con certeza cuál será la evolución de una persona infectada con el SARS-CoV-2 es probablemente el peor de los temores que ocasiona el COVID-19. Bien puede resultar que la persona contagiada tenga síntomas leves o ningún síntoma o, en el otro extremo, que pueda perder la vida.

Sin embargo, nuestra jornada en pro de la democracia continuó, se logró desplegar una MOE con más de 73 expertos y observadores de 18 nacionalidades y gracias al compromiso de quienes de manera voluntaria quisieron participar en esta tarea, la OEA cumplió una vez más con el mandato de apoyar la celebración de elecciones democráticas.

A pesar de que el porcentaje de participación se redujo en cerca de 14 puntos porcentuales en comparación con los comicios celebrados en 2016, los resultados fueron claros y aceptados por todas las partes, eligiendo así, en primera vuelta, a Luis Abinader como el próximo presidente de los dominicanos.

Fueron muchas las lecciones aprendidas, pero tal vez la más importante es que no podemos perder la humanidad. La continuación de los procesos democráticos a pesar de la pandemia ofrece una luz de esperanza a los ciudadanos. A través de expresiones democráticas como el derecho al voto, la sociedad asume que puede hacer parte de las decisiones que afectan a la mayoría y que su voz es atendida en pro del bienestar colectivo y el interés general. Aunque existan riesgos, complejidades y desafíos, la pandemia no debe perturbar la democracia porque al final es la mejor herramienta disponible para superar la crisis y minimizar sus devastadores daños.

* Internacionalista / @AAdrigutic

Los puntos de vista expresados no representan los de la Secretaría General de la OEA ni los de la Organización.

Por Adriana Gutiérrez Cancino*

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